Código Tlaxcala
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Una Iniciativa Prohibicionista de una Diputada de MORENA

 En Nombre de Decencia y Salud, va Mastranzo Contra Discapacitados y Menores de 18 que se Hagan Tatuajes, Micropigmentaciones y Perforaciones

-Desprejuiciado Cronicón en un Proemio, Tres Actos y un Colofón Inquisitivo-

 

PROEMIO

Antes de atravesar como antaño el Patio Vitral en dirección a la puerta del salón de sesiones se detiene en la Plaza Juárez para saludar a don José, tanto tiempo sin verse, justo cuando el viejo se dispone a lustrar el calzado de una clienta. Casi tres semanas transcurridas desde la vez que un apenado policía persiguió al reportero por pasillos y escaleras, de escaleras a pasillos siguiendo una orden anónima de impedir su labor.

Este martes, al caminar bajo la obra del arquitecto Lemus Kourchenko siente un alivio insospechado que asocia a la recuperación de un hábito tornado rutina. Como paladeando su reingreso al escenario donde ya se desarrolla la sesión ordinaria, vuelve a parar junto al muro bautizado “de la ignominia” por un colega quisquilloso. Un aire de Klee en el orden naïf de más de medio centenar de etiquetas amarillas, azules y guindas marcadas con el hastag #DEMOCRACIASINMUROS.

-Es de Miguel Ángel Covarrubias –pone al día Antonieta.

Adentro, la primera impresión es un déjà vu disipado a la vista de la insólita Mesa Directiva, compuesta exclusivamente por mujeres. Repara enseguida el reportero en otra anormalidad: la extrema juventud de no pocos miembros de la LXIII legislatura.

Ala del pleno, en primer plano el matador Ortega y el presidente de la Junta, Báez.

 

UNO

Mientras toma asiento alcanza a escuchar un fragmento de la lectura que hace la diputada María Ana Bertha Mastranzo Corona de una iniciativa con proyecto de decreto que propone reformar y adicionar la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Tlaxcala. El fragmento de marras mezcla la noción “derecho a la paz” con la prohibición a los menores de 18 años y los discapacitados de hacerse “tatuajes, micropigmentaciones y perforaciones”.

En pos de una mejor comprensión de la presunta relación entre la paz y las referidas modificaciones a la propia piel, el reportero camina al cabo de la sesión hasta la sección de cubículos de los legisladores. El de la diputada Mastranzo se halla en un ala del segundo piso donde están además los de María Félix Pluma y Miguel Ángel Covarrubias. Mientras espera a la joven homónima de una altiva diva de la época de oro del cine mexicano, con la cual convino una breve entrevista acerca de la dramática denuncia formulada desde la tribuna, visita la oficina de Mastranzo.

-Buenos días –se presenta.

-Dígame –sale al paso un empleado con aspecto de abogado.

-Soy reportero. Vengo a preguntar si me pueden dar una copia de la iniciativa leída por la diputada Mastranzo.

-Pasamos el documento a la Junta de Coordinación y Conciliación. Tendrá que solicitarlo allá.

-No importa si me dan el archivo Word.

-No tenemos archivo Word.

Por un momento se distrae imaginando que la iniciativa fuera escrita en una obsoleta máquina de escribir, la arcaica Remington en que Twain escribió Las aventuras de Tom Sawyer, o acaso una más reciente, la Smith-Corona utilizada por Cabrera Infante para Tres Tristes Tigres y García Márquez en su clásico Cien Años de Soledad, o por qué no la Olivetti favorita del ninguneado y mejor novelista mexicano, Luis Spota. Sopesa la posibilidad de una máquina eléctrica, mas suspende la divagación para insistir.

Mastranzo Corona, polémica iniciativa.

 

-Durante la pasada legislatura remitían las iniciativas por correo. ¿Cree que nos la enviarán?

-Qué bueno que así era antes. Ahora tiene que solicitarla a la Junta.

-Pero si la diputada hizo lectura pública ¿para qué la Junta? Resulta que no pude poner a tiempo la grabadora…

-Debe solicitarla a la Junta.

-Ah… ¿Está la diputada Mastranzo?

-No. No está.

Lamenta la cerrazón, teme una involución peor que en la LXII legislatura. Se equivoca. Cuando más tarde abra el correo de la redacción ya estará allí la iniciativa de Mastranzo acompañada de una profusa antología de fotos de la sesión.

Cerca de la escalera, Merlene Alonso Meneses charla con reporteras. “Hola”, saluda. El reportero aprovecha para matar el tiempo:

-¿Cómo le va con los combativos compañeros comisionados? -pico.

Sonríe con un dejo de hastío, abrumada por la persistencia inmutable de conocido conflicto en el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP).

“Seguimos trabajando. Yo sigo trabajando” –precisa a las reporteras.

Agrega: “Están entregadas todas las pruebas. Seguimos esperando a que resuelva el Congreso”.

Marlene Alonso Meneses.

 

DOS

Apenas abrir el archivo Word de la iniciativa de Mastranzo buscará el reportero la argumentación que reúne el derecho a la paz con los tatuajes y las perforaciones. Al principio halla la frase “abuso de personas dedicadas a la realización de tatuajes intentando convencer y abusar de la inocencia de nuestros menores, así como de los discapacitados”; y no deja de advertir la confusión entre el eufemismo “personas con capacidades diferentes” y el término “discapacidad” reinstalado por el Senado en 2016 (más preciso, a juicio suyo, por cuanto engloba mejor a  6 millones de mexicanos con limitaciones neuromotoras, auditivas, visuales, de lenguaje, intelectuales y otras).

Más abajo, una sucesión de cuatro párrafos sin ilación clara amontona otros enunciados: “los problemas de salud que genera la inducción irresponsable de tatuar a los menores de edad y a los discapacitados”; “la firme intención de lograr la paz, de renunciar a la violencia”; “la intención de hacer y lograr la paz”; y, “contribuir a la difusión de los principios éticos de decencia, de respeto”.

Lo que más intriga es la ocurrencia de mezclar a discapacitados con menores de edad. ¿Pensarán Mastranzo y sus asesores que el manco, el cojo o el ciego de 50 años de edad son como niños a los que hay que decirles qué hacer con sus propios cuerpos?

Tras releer tres veces la parrafada, el reportero concluye (provisionalmente, pues suele ser cauteloso en materias que desconoce) que la iniciativa prohibicionista de la señora Mastranzo colocará fuera de la ley, entre otros tipos sociales, a:

(A) El joven de 21 años que perdió una pierna en un accidente de tránsito y decida tatuarse en el muslo sobreviviente un caballo mustang (símbolo del auto último modelo del –por decir- legislador amante de autos deportivos que un viernes social le arrolló a altas horas de la noche en la céntrica calle Lardizábal);

(B) La madre treintañera nacida parcialmente sorda que decida pintarse un coqueto lunar en la comisura de su boca de fresa; y,

(C) El adulto mayor cuya visión izquierda menguó por causa de la afición a los libros o de la diabetes mellitus, si decidiera insertarse a modo de piercing en la nariz un hueso de colibrí como el que solían -leyó en un libro de Fernando Benítez- lucir los chamanes de Huitzilopochtli.

“Los tres cometerían un delito si se aprueba la iniciativa”, concluye.

Covarruvias, muy atento.

 

Mientras espera, el reportero siente un malestar que asocia a la manía de algunos políticos de tutelar totalitariamente las vidas ajenas dizque por el propio bien de los congéneres. Específicamente disiente del posesivo Nuestros, aplicado no a los hijos de los legisladores que votarán (¿por unanimidad?) la iniciativa de Mastranzo, sino a todos los menores tlaxcaltecas; y cuestiona la liga que se antoja arbitraria entre salud, decencia, respeto y ética con tatuajes, micro-pigmentaciones y perforaciones.

Luego se pregunta si a la diputada se le ocurrirá cualquier día penalizar las inyecciones porque algunas personas contrajeron enfermedadesa través de hipodérmicas mal esterilizadas; y tras establecer que la señora se quedó en el viaje que vincula tatuajes y presidios, cae en la cuenta de que ignora que no pocos de los mejores mujeres y hombres del siglo XXl, atletas, artistas y hasta científicos, ostentan inscripciones en sus pieles (algunas, maravillosas obras de arte).

“¿De veras creerá que ella y su abogado son más sanos, decentes, respetuosos y éticos que el tatuado Justin Trudeau que enloqueció casi a las senadoras de la anterior legislatura?” –especula sin salir de su íntimo asombro.

TRES

Ya imagina a la diputada Mastranzo como una inmensa, elefantiásica mamá sobreprotectora de todos los tlaxcaltecas discapacitados y menores de 18 años, cuando felizmente arriba, muy sonriente, María Félix y le rescata del soliloquio.

María Félix, por la diva y el abuelo.

 

Tan atenta como sus colaboradores, la novel legisladora no se hace esperar. Una vez sentados, aclara al reportero dudas en torno a la traumática experiencia del 4 de mayo relatada desde tribuna. Satisfecho él, responde enseguida ella preguntas más personales.

-¿Exactamente qué edad tiene, diputada?

-Veintiún años.

-Apenas alcanzó el mínimo requerido…

-Ya se puede ser diputado desde los 18…

-¿Quién le eligió un nombre tan bravío, su papá o su mamá?

-Mi papá.

-¿Le pusieron María Félix por la artista?

–Tomó en cuenta que mi abuelo se llama Félix.

-¿Qué planes tiene para atender las problemáticas de la mujer?

-Es un tema muy importante. El problema que veo, es que las leyes no son suficientes.

-Si per se las leyes no bastan, ¿ha considerado legislar sanciones para los funcionarios omisos o displicentes ante asuntos tan graves como los referidos por usted desde tribuna?

-Vamos a analizar opciones.

CUATRO

Apenas salir de la oficina de María Félix, la presidenta de Código Tlaxcala arrastra al perezoso reportero hasta la oficina de Miguel Ángel Covarrubias.

-¿Qué se siente ser diputado de una bancada de dos en tiempos de MORENA? –clava para romper el hielo.

-En el PRD tenemos una agenda de 10 puntos, desde el punto de movilidad hasta plataformas digitales, y reglamentos internos para hacer públicos todos los temas del congreso. Estoy en contra del voto electrónico, debido a que no son públicos los votos de los diputados.

-¿No se conoce el sentido del voto?

-No como se está llevando. Si usted revisa el programa de sesión, hice una propuesta para transparentar el voto.

-¿Cómo lo tomó la mayoría parlamentaria?

-Fue aprobado por todos los diputados, hay un apartado específicamente para el tema. El PRD propuso que todos los temas fueran públicos, y de manera individual, comenté que todos mis votos van a ser públicos.

Miguel Ángel Covarrubias se hace notar.

 

-¿Por qué es importante la transparencia?

-La comunicación del congreso hacia los ciudadanos es un tema de puertas abiertas. Ya hay consenso de aprobación para que se puedan quitar los muros.

–Hoy disfrute venir al Congreso, ya se puede entrar sin sentirse culpable de algo. ¿Se lo debemos a usted? ¿El muro de la ignominia es símbolo de control excesivo, de opacidad?

-Platicando con las personas encargadas de dar funcionalidad al lugar, no es apropiado. En la primera sesión tomamos el tema de hacer libres los accesos que hay entre los muros. Como encargado de la comisión de Protección Civil, creo que no es apropiado que exista limitación en ese tipo de accesos, y porque además evita mostrar la majestuosidad del vitral.

-¿Qué piensa de la negativa de la oficina de Mastranzo a compartir el texto de la iniciativa? Me pidieron dirigirme a la Junta. ¿Centraliza la nueva Junta una información que se hace pública desde tribuna? –ahonda el reportero, sin saber aún que hallaría el documento en el correo de la redacción.

-Yo respeto la decisión de la diputada Mastranzo –devuelve convencionalmente.

-¿Y si usted fuera reportero, qué pensaría?

-No sé si fue decisión suya, o de su equipo –cierra Covarrubias.

San José, en reparación en el primer aniversario del sismo.

 

COLOFÓN

Un calor pegajoso se enseñorea de la Plaza Juárez cuando, tras subir y bajar escaleras en busca de una salida, logran salir del Congreso. Más allá de la plaza del Benemérito, a casi un año del sismo están restaurando el santuario de San José.

-Una lata, hay una sola salida. Nomás falta un minotauro –comento a la mesa de colegas en el Bunte del Portal Grande, a propósito del periplo para salir del Palacio Legislativo.

-Se hace un buen de ejercicio –glosa juiciosamente Mario.

Tras ordenar un exprés doble, aludo a la juventud de María Félix.

-Toda su familia son del PT. Es hija de Rubén Pluma Morales, alcalde de La Magdalena.

-Y sobrina de Joaquín, el de Protección Civil –completa Parma.

-¿Qué vienen siendo Rubén y Joaquín?

-Hermanos.

Luego me congratulo por la apertura del Congreso.

-Se siente padre entrar sin tantos controles, como antes. Hay que agradecer, creo, a Covarrubias –digo.

-No del todo –sugiere con malicioso acento el Subcomandante Referéndum.

-¿Sí, no?

Evoca declaraciones del diputado de Texóloc contra el muro de la ignominia que cierra un antiguo acceso interior al patio Vitral.

-¿Fue cuando se nombró al nuevo Procurador? –apostilla Mario.

-Me adelanté, por consejo aquí del amigo. Le agradecí públicamente a Covarrubias que retomara nuestra propuesta de derribar el muro –reafirma, jactancioso, el Parma.

Mesa del Bunte.
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