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El que se lleva, se aguanta.
Dicho popular
Estimado Carlos: Leí hoy tu columna sobre la vaquita marina (“AMLO tiene una bola para meter jonrón y…”). Apenas terminarla te quise decir en la sección de comentarios de El Universal que no necesitas asesorar al presidente de México para demostrar que quieres a tu patria y procedes de buena fe. Resiste, por favor -lo pido como colega-, los ataques directos de nuestro mandatario hipertenso.
No te dejes intimidar por el huésped bulinero de Palacio Nacional. Como lector y teleadicto certificado, a mí me interesa muy poco cuánto quieras o reniegues de este México donde nos toca vivir. Espero de ti buen periodismo, me tienen sin cuidado tus filias políticas y si eres patriota o patriotero o cosmopolita.
Leí con admiración tus valientes columnas sobre las ejecuciones en Tanhuato y otras relativas a los militares. Seguramente has disfrutado tus reportajes internacionales para Televisa. Aportas a la conducción gracia, buen ánimo y un humor jaspeado de ironía, se nota que te gusta dar las noticias en la radio y la ex caja idiota. Pienso que eres un estupendo periodista mexicano. Un ejemplo. ¡Cómo podrías hacer tantas cosas, y todas tan bien hechas, si no te animara una vocación genuina! Como en casi todo, en periodismo la vocación es lo más importante.
Ciertamente vivimos tiempos confusos, Carlos, porque hartos de tantos abusos impunes los mexicanos eligieron saltar con encomiable entusiasmo al vacío del “voto parejo”. Siendo inteligente y estando bien informado podrás admitir que saltar de un edificio en llamas puede ser una opción racional y a veces la única. Empero con el hartazgo llegaron al poder individuos de pelaje social, condición moral y capacidades muy diversas, unidos todos en una cosa: la obediencia al presidente. Era inevitable. Un resultado cuasi obligado de la decisión colectiva de votar por consigna, mecánicamente.
Regresó La Cargada acrítica con la que nacimos y crecimos los de mi generación ya obsoleta, quién iba a decirlo. Una cargada remasterizada con el más preciado de los sentimientos. Una unidad de tintes serviles travestida de amor.

Cosa esencial es la experiencia del amor -valga el lugar común- en nuestras existencias efímeras, aunque por su naturaleza será siempre niño y habitualmente es ciego (¿será por eso que nos hace soñar?). Por lo mismo más importa a la cosa pública y la salud del cuerpo social que el afecto incondicional, una buena dosis de escepticismo, cierta distancia crítica del gobernado ante el gobernante. Acaso esta duda metódica es la garantía más fiable de nuestras magras libertades colectivas y personales.
Al respecto, no pocos de los empoderados con AMLO se cuentan entre lo menos recomendable de Latinoamérica. Aludo a discípulos y devotos de Fidel Castro maleducados en el marxleninismo y otros holismos colectivistas que ven lo mejor de la nación en los gobiernos y en los gobernantes las personas ideales. Aunque la familia Castro Ruz lleva 60 años en el poder, el tirano primordial heredó la isla al hermano y éste al propio hijo (Díaz-Canel es el Dorticós de Raúl y Alejandro); a pesar, digo, de montañas y montañas de testimonios y evidencias algunos políticos e ideólogos de izquierda, ni siquiera han podido admitir que en Cuba hay desde 1960 una dictadura familiar totalitaria.
Cuando la ideología política triunfa sobre la endeble razón humana, inexorablemente se deteriora la delicada ética de la verdad.
Hoy, merced a tal ceguera ideológica y a una animadversión hacia la democracia estadunidense cultivada minuciosamente en las escuelas públicas de toda Latinoamérica, la cabeza de playa castrista de la extinta URSS ha hecho metástasis en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Dominicana, El Salvador y la región de la Amazonia donde mandan los cárteles FARC y ELN. Esto cuando Putin y el Partido Comunista Chino se hallan empeñados en restablecer el zarismo estalinista y un neodespotismo de capitalismo de estado, respectivamente.
No pocos demócratas de izquierda y humanistas de papel andan buscando revancha de su bochornosa derrota en la Guerra Fría a manos del visionario Ronald Reagan, el hombre “cuya aparente ingenuidad solía confundir a sus adversarios”.

¿Será ese grupo anacrónico de ideólogos y propagandistas fallidos la carta bajo la manga del nuevo inquilino de Palacio Nacional?
El actual tiempo mexicano, a la vez esperanzado y confuso, es algo difícil de entender y más aún de prever. Entretanto se aclara un poco el panorama, no se te ocurra rendirte, Carlos. No somos -¡ni menos vos!- una propiedad ni un feligrés de ningún gobernante por honesto que diga ser. Todavía no somos casi nada, aún no tan poca cosa como las desgraciadas familias y los individuos que sobreviven bajo los regímenes antes aludidos -donde las primeras víctimas fueron, siempre, los testigos del poder: los periodistas y la prensa, y tras estos todos los demás.
El hartazgo nos trajo un presidente esperanzador. Uno que paradójicamente no dudó en perdonar su enriquecimiento inexplicable al cleptojunior “Napito” ni a Manuel Bartlett la “caída del sistema” electoral, entre otras iniquidades atribuidas al paisano. Un presidente para el cual, a juzgar por lo visto y oído en las mañaneras y lo reportado por el nuevo gobierno, podría ser más prioritario perseguir a los periodistas críticos que a los narcotraficantes, los corruptos y los delincuentes adueñados de las calles de México. Las cifras oficiales hablan (todavía) por sí solas.
Carlos: sigue siendo tú mismo, como hasta ahora. No esperes comprensión desinteresada del perezoso ser humano promedio ni mucho menos de ningún presidente de México. Tú eres periodista, un tábano incómodo, tu papel es fastidiar un poco a los servidores públicos en beneficio de la salud del cuerpo. Jugamos (cuando se comparte el deseo de aprender a convivir genuinamente en democracia) en canchas no necesariamente enemigas aunque sí opuestas en términos funcionales.
A manera de despedida, me permito recomendar que así como antes te vuelvas a divertir haciendo periodismo y nos sigas regalando tu opinión libre y falible, bien documentada y reflexiva siempre.
Va, maestro, un saludo solidario desde Tlaxcala la bella.

PD Solidario, por hacerte el nuevo presidente de México un blanco de azuzamiento. Ese abuso institucional podría haber inspirado las amenazas a Sheridan informadas este jueves (no hay coartada, el veterano intelectual no se ha ensañado con el narcotráfico ni concentrado su interés en los grupos delincuenciales).
COHETERÍA Un sofisma básico de todos los socialismos, común al anarquista Proudhon y al comunista Marx, presupone que toda riqueza individual es ilegítima por derivar del abuso. Lo condensa el francés en una frase célebre: “La propiedad es un robo”. Marx, al fin alemán, es más sofisticado. Sostuvo que el patrón se queda con la riqueza cuya creación atribuye inútilmente al trabajo del obrero (los especialistas serían, según él, trabajadores potenciados; pero nunca logró conciliar la noción de la productividad especial con la tesis de la explotación económica). Sin duda concurren ladrones y abusadores al mercado capitalista, de hecho todo mundo quiere sacar ventajas legales e ilegales -ante lo cual las naciones sustentadas en la libertad económica se esmeran en reglamentar patentes y marcas, movimientos de dinero, garantías a inversionistas, límites a los monopolios, etc. Mas la riqueza personal puede ser perfectamente legítima y estar basada en una ventaja distinta del robo y/o la explotación. Hablemos de esto en una próxima cohetería.