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Lealtad

No hace mucho estando en una reunión con amigos y conocidos, me percaté que en un grupo que estaba a unos metros de donde yo estaba, su conversación giraba en torno a una amiga a la que, dicho sea de paso, estimo mucho y por eso la llamaré Lucrecia.

Dentro de ese grupo, de cinco o seis personas, se encontraban dos de mis amigas más cercanas, quienes escuchaban atentos lo mal que se expresaban de Lucrecia el resto de esa camarilla. Fue entonces que me acerque y tranquilamente les pedí que si tenían algo que decirle a Lucrecia se lo dijeran de frente.

Dicho lo cual, me reincorpore a la charla que interrumpí no sin antes robarme un par de bocadillos que estaban realmente riquísimos. Mientras devoraba uno de esos cuernitos rellenos de no sé qué pero que estaban deliciosos, me topé con un viejo conocido.

Luego de recibir un efusivo abrazo que hizo volar por los aires el resto del segundo cuernito, le pregunté que cómo iba lo de su banda de música que había formado con otros tres amigos hacia cerca de cuatro años.

Y se lo pregunté porque por terceras personas me enteré que alguien ligado a la música le había ofrecido patrocinarle su primer disco. Me confirmó la versión, pero no con el entusiasmo que ese tipo de sucesos suelen producir en jóvenes músicos que buscan triunfar.

Grabar profesionalmente un disco era un sueño que él tenía, pero aquella persona que se ofrecía a cumplirle ese deseo le puso una condición, que solo a él lo apoyaría. A pesar de que esto era una aspiración para él, sabía perfectamente que lo quería lograr al lado de sus tres amigos, por lo que tuvo que rechazar la oferta.

Estas dos anécdotas vienen a colación porque me he dado cuenta que la lealtad, ese sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, o a los compromisos que se han establecido para con otra persona, grupo de personas u organización, se ha ido deteriorando.

Una persona leal siempre verá por el bien de sus amigos, familiares, compañeros de trabajo. Incluso, una persona puede ser leal no solo con otro ser humano, sino con una organización que para él es importante, como por ejemplo la empresa donde labora, su patria, la iglesia, etcétera.

Por otro lado, una persona también puede desarrollar un sentimiento de lealtad hacia un animal, y viceversa. Todos sabemos que el perro es conocido como “el mejor amigo del hombre”, y esto es porque el perro es un animal leal a su dueño.

Así, una persona leal jamás le dará la espalada a aquellos que le importan, ni siquiera cuando se encuentre en una situación donde sus propios intereses se puedan ver afectados. En cambio, una persona desleal suele mentir y engañar a sus amigos, colegas y pareja, a esto se le llama traición.

Ser leal, consiste en tener la capacidad de deliberar y elegir qué es lo correcto en cada situación. Así, mentir u ocultar información para cuidar los intereses de nuestros amigos, no es un acto de lealtad sino de complicidad, ya que va en contra de los valores universales, por ejemplo, atenta contra la honestidad y el respeto.

Si una persona es leal, es muy probable que sea exitosa y respetada por sus colegas y amigos. En algunas ocasiones, podría parecer que los actos de deslealtad, tales como mentir, ocultar información o traicionar, pueden traer consigo un éxito inmediato, es decir, nos ayudaría a conseguir lo que queremos, sin embargo esto no es así, ya que si actuamos correctamente nos traerá mayores beneficios a largo plazo.

La lealtad no es una virtud que sea fácil de encontrar, es mucho más común encontrar personas que realicen actos desleales para obtener su propio beneficio.

En cambio, la lealtad es sinónimo de nobleza, de rectitud, de honradez, de honestidad, entre otros valores morales y éticos que permiten desarrollar fuerte relaciones sociales o de amistad creando un vínculo de confianza muy sólido, y automáticamente se genera respeto en las personas.

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