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Innovación y Libertad / Moisés Wasserman (Colombia)
Matt Ridley es un divulgador científico bastante conocido. Es zoólogo de Oxford, y en sus libros (muy exitosos) aborda temas apasionantes. Como muestra, entre ellos hay uno sobre los orígenes biológicos de la virtud, otro sobre el sexo y la evolución de la naturaleza humana y alguno más sobre el optimismo y la racionalidad. Un hecho curioso es que es vizconde y ocupa una silla en la Cámara de los Lores. Acaba de publicar un nuevo libro que pude comprar el mismo día de su presentación en Inglaterra, gracias a esa innovación extraordinaria que es el libro electrónico: ‘Cómo funciona la innovación y por qué florece en la libertad’.
Hay muchas definiciones de innovación, ninguna totalmente satisfactoria. Pero todas tienen en común que sus productos son improbables. Ridley los compara con los organismos desarrollados durante la evolución biológica. Para entender por qué son tan improbables basta imaginar un número incalculable de moléculas que se organicen solitas para formar un cerebro humano, o billones de billones de átomos organizándose espontáneamente para producir un teléfono celular.
La termodinámica nos dice que todo sistema se desplaza espontáneamente hacia el desorden, mientras que esos adminículos artificiales o biológicos están extraordinariamente organizados. La forma para que eso suceda (y nos consta que sucede) es que se invierte en ellos muchísima energía, en pequeños pasos incrementales.
El libro es casi en su totalidad una colección de ejemplos interesantes. Incluso trae algunos de la prehistoria. Uno curioso es el relato de cuándo y cómo se ‘inventaron’ los perros. Fue en Eurasia, hace aproximadamente 35.000 años. Menciona innovaciones en energía, desde el uso del fuego hasta la fusión nuclear; en salud pública, como los antibióticos y las vacunas; en transporte, de la locomotora al jet; en alimentación; en tecnologías menores, como las cajas Tetra Pak o las maletas con ruedas; en comunicación y computación desde el ‘milagro’ de una comunicación sin cables hasta la inteligencia artificial. Presenta cerca de cincuenta ejemplos.
La innovación es generalmente inesperada, pero cuando llega parece inevitable. Para ilustrar ese hecho cita a Peter Thiel, emprendedor socio de Elon Musk, quien afirmó alguna vez que “mientras esperábamos carros voladores recibimos 140 caracteres”.
A pesar de esa afirmación, al final del libro se arriesga a imaginar algunas innovaciones para el 2050. Piensa que posiblemente va a haber una “compresión de la morbilidad” que lleve a que la gente viva tiempos más largos y muera en tiempos más cortos, gracias a drogas “senolíticas”, cirugía robótica y salud pública manejada por inteligencia artificial. Habrá transporte totalmente robotizado y condiciones ambientales mejoradas, sin emisión de CO2 y con recuperación de océanos y bosques. Los sistemas de información acabarán con los contadores públicos y en gran medida con los abogados, porque harán más difícil el crimen y más fácil la justicia, y así muchas otras novedades que harán la vida más fácil y disfrutable.
Su argumento central es que “el principal ingrediente para producir innovación es la libertad… libertad para intercambiar, experimentar, imaginar, invertir y también para fallar”. La innovación debe responder a un deseo auténtico y libre de las personas y no a aquello que alguna autoridad disponga que deban desear. Ridley es optimista (lo es en todos sus libros), pero advierte que lo que puede limitar la creatividad es el estrangulamiento burocrático. No solo por los gobiernos, sino también por las grandes compañías que, según le parece, están asumiendo más las estrategias de planeación estrechas y limitantes que las de vuelos imaginativos, arriesgados y libres.
@mwassermannl
ENLACE
Innovación y libertad / Moisés Wasserman, El Tiempo (Colombia), Julio 2