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Fauci, el Virólogo / XL Semanal (España)

Anthony Fauci es el mayor experto en enfermedades infecciosas en Estados Unidos. Médico e inmunólogo, hijo de farmacéutico y criado en Brooklyn, estudió en la prestigiosa Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell y tiene decenas de reconocimientos académicos. Se hizo un nombre en Estados Unidos en la década de los ochenta, cuando impulsó la investigación contra el sida. Ya entonces lo amenazaban.

Desde 1984 es el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Con un presupuesto anual de casi 6000 millones de dólares, la institución que dirige es un gigante en la investigación del sida, la tuberculosis y las enfermedades autoinmunes.

Y a los 79 años le ha tocado enfrentarse a una pandemia sin precedentes, «mi peor pesadilla». Pero no es el coronavirus lo que más le ha sorprendido; es que en la lucha contra la enfermedad tenga que vencer obstáculos que no son el virus y que incluyen a su propio presidente.

Dos enfoques contrapuestos. FOTO Mandel Ngan, AFP

ENTREVISTA
XLSemanal. Señor Fauci, una vez comentó sobre sí mismo que tenía «fama de decir siempre la verdad y de no edulcorar las cosas». ¿Podemos confiar en que compartirá con nosotros algunas verdades que no se hayan dicho todavía?

Anthony Fauci. ¡Por supuesto! Les diré siempre la verdad. Al menos lo que para mí es la verdad [ríe].
XL. En 2017 aconsejó a la Administración Trump que intensificara los preparativos de cara a una posible pandemia. ¿Ya se veía usted venir una epidemia global como la del coronavirus?

A.F. Bueno, alerté del riesgo de una posible pandemia porque en el pasado ya habíamos tenido muchos brotes de enfermedades infecciosas desconocidas. A lo largo de mi etapa al frente de este organismo, es decir, durante los últimos 36 años, he vivido el VIH, una pandemia de gripe, el ébola, el zika… Era evidente que en el futuro seguirían apareciendo más enfermedades infecciosas nuevas y peligrosas.

XL. ¿Cómo era la peor pesadilla que se podía imaginar?
A.F. Hace 30 años, mi mayor temor ya era que un patógeno nuevo pudiera saltar de un huésped animal al ser humano, un patógeno que: a) se transmitiera a través de las vías respiratorias, b) se contagiara de persona a persona de una forma extremadamente eficiente, y c) que produjera un índice de mortalidad elevado, al menos en ciertos grupos de población. Y ahora, de repente, esa misma tormenta perfecta nos ha traído una pandemia de proporciones históricas.

XL. Como investigador del sida, ¿cree que el coronavirus es peor que el VIH?
A.F. El sida es completamente diferente. La razón por la que la pandemia de coronavirus resulta tan única es porque ha caído como una bomba sobre todo el planeta, porque nos hace sentir que todos somos vulnerables. El coronavirus ha paralizado nuestro mundo en apenas siete u ocho meses. ¡Ha destruido economías nacionales enteras!

XL. Con más de 175.000 muertos, Estados Unidos es el país más afectado del mundo. ¿Cuáles son, a su modo de ver, los motivos principales de que las cosas les hayan ido tan mal?

A.F. Mi país es muy grande y muy variado. Esa es una de nuestras fortalezas, pero ahora se está viendo que también es una de nuestras debilidades. En nuestro caso hemos tenido varias oleadas de contagios y nunca hemos conseguido reducir de forma significativa el número de casos nuevos. Nunca hemos bajado de unos 20.000 diarios. También establecimos en su momento una serie de normas para ir reabriendo con precaución la economía. Algunos estados se atuvieron a ellas y les fue razonablemente bien, pero otros se saltaron esas directrices, y en otros los ciudadanos hicieron lo que les daba la gana.

Fauci y su esposa la Dra. Christine Grady han recibido amenazas de muerte. FOTO XLSemanal,

 

XL. Además, al principio hubo algunos problemas a la hora de realizar los test para el coronavirus…

A.F. Sí, no empezamos con buen pie. Otra razón por la que ahora las cosas están tan mal es que, en esta sociedad tan dividida y polarizada que tenemos, las medidas más elementales de protección de la salud se convirtieron de un día para otro en una cuestión política.
XL. Como el hecho de llevar mascarilla.

A.F. Exactamente. Llevar mascarilla pasó a ser una declaración de naturaleza política. Y no llevarla, también. Pero no es así. Las mascarillas están al servicio de la protección de la salud… y de nada más.

XL. ¿La situación actual que se da en Estados Unidos no le hace sentirse impotente? ¿No lo deprime, no lo desmoraliza?

A.F. Nunca me he sentido impotente. Impotente significa que no puedes hacer nada. Y hay un montón de cosas que podemos hacer, que están en nuestras manos. Tampoco me deprimo. Soy científico y director de un centro nacional de investigación, por eso no reacciono a la pandemia de una forma emocional, sino adoptando medidas de protección de la salud. Tampoco me desmoralizo nunca. Soy un optimista prudente. Un realista.

XL. ¿Ese es el motivo de que siga trabajando a pesar de su edad?

A.F. [Ríe]. Nunca se me ha pasado por la cabeza retirarme.

XL. Muchos ven en la posible vacuna la única forma de vencer esta pandemia. ¿Cuándo estará disponible de forma masiva? ¿Qué nivel de eficacia tendrá? ¿Y de verdad será capaz de hacer que nuestras vidas vuelvan a ser como eran antes?

A.F. Son tres preguntas para las que todavía no hay una respuesta. Permítanme que les explique en qué punto nos encontramos: hay una serie de vacunas en fases avanzadas de prueba; dos de ellas, en Estados Unidos; en breve serán tres. Si nos fijamos en cuánto duran por lo general este tipo de ensayos, podemos deducir que a finales de este año o principios del que viene sabremos si tenemos una vacuna eficaz.

Casi octogenario, se ha mantenido como epidemiólogo en jefe desde la época de Reagan. FOTO XLSemanal

 

XL. ¿Y cuándo estará realmente disponible?

A.F. Hay varias empresas que ya han empezado con la producción, así que a comienzos de 2021 deberíamos poder contar con docenas de millones de dosis, y a finales la cantidad ya podría ser de cientos de millones. No bastan para todas las personas del mundo, pero sí son suficientes para vacunar a la mayoría de las que lo necesitan.

XL. El factor determinante será el nivel de eficacia que tenga esa vacuna.

A.F. Sí, pero sobre ese aspecto no sabremos nada hasta que hayan concluido los estudios que se están llevando a cabo estos días. De todos modos, mis colegas y yo compartimos un prudente optimismo, y digo intencionadamente «prudente optimismo» y no «confianza». Pensamos que vamos por el buen camino.

XL. Ha afirmado que una vacuna con una eficacia de entre el 50 y el 60 por ciento sería aceptable. También existe la posibilidad de que la vacuna no sea capaz de prevenir el contagio en sí, sino únicamente de proteger de una evolución grave de la enfermedad. Si al final ese fuese el caso, ¿significaría que la pandemia nunca se acabaría del todo?

A.F. Sinceramente, no creo que vaya a pasar eso. Perseguimos una eficacia de más del 70 por ciento. Es cierto que no es un nivel tan bueno como el de la vacuna del sarampión, que se sitúa entre el 97 y el 98 por ciento. Pero, si conseguimos una vacuna contra el coronavirus con una eficacia del 70 por ciento y la combinamos con medidas higiénicas, creo que podríamos tener la pandemia bastante bajo control en el plazo de un año. No creo que el coronavirus vaya a seguir alterando drásticamente nuestras vidas durante otros cinco años.

XL. Pero más de un tercio de la población de Estados Unidos no está dispuesta a vacunarse.

A.F. Ese es otro de los retos que tenemos. Hemos desarrollado un programa completo de información ciudadana para intentar convencer a las personas de las ventajas de vacunarse.

XL. Al comienzo de la expansión de la epidemia en Estados Unidos, usted se reunía con Donald Trump a diario. ¿Por qué, a pesar de ello, el presidente parecía tan mal asesorado? ¿Diría que Trump es un caso perdido a la hora de entender cuestiones científicas? ¿O la culpa la tuvo usted, que no se supo explicar con suficiente claridad?

A.F. Se acaban de llevar ustedes el premio a la pregunta capciosa del año, les van a dar un trofeo y todo…

XL. ¿Y nos va a dar usted la respuesta del año?
A.F. Ahora en serio, el presidente es una persona inteligente, entiende las cosas. Tiene ideas propias, las expresa de una manera diferente, pero es un tipo bastante listo. Y creo que yo me expreso de una forma muy clara.

XL. ¿Qué se le pasó por la cabeza cuando escuchó a Donald Trump recomendar inyecciones de desinfectante?
A.F. Es una cosa que se ha sacado un poco de contexto, nunca llegó a recomendarlo. Si ven el vídeo, lo que dijo fue algo más del tipo: «¿Qué pasaría? ¿Funcionaría?».

XL. ¿Así que usted pensó: «Bueno, como no lo ha recomendado, qué más da»?
A.F. Digamos que pensé que era un momento que esperemos que ya hayamos aclarado. De todos modos, lo diré una vez más: no, no es algo que haya que hacer. No hay ni que plantearse la posibilidad de hacerlo.

XL. Pero muchas personas lo hicieron, ingirieron desinfectantes y algunos murieron.
A.F. Sí, lo sé. Por eso comparecimos en público al día siguiente e intentamos dejar muy claro que no hay que hacerlo.

XL. En su fuero interno ¿espera que el próximo presidente se llame Joe Biden?
A.F. Uno de los motivos por los que creo que he podido asesorar eficazmente a seis presidentes de Estados Unidos desde Ronald Reagan hasta hoy es que mantengo una postura totalmente apolítica. Soy científico. Soy médico, me dedico a cuestiones de salud pública. Absolutamente nunca me inmiscuyo en temas políticos. En cuanto lo haces, ya puedes ir olvidándote de tu credibilidad como científico y como director de un centro estatal de investigación.

XL. Circula una teoría de la conspiración que asegura que el coronavirus lo creó usted. La pandemia ha supuesto un importante impulso a la investigación, pero también ha socavado la confianza en la ciencia. ¿Cree que ese daño es irreversible?
A.F. Es un daño muy serio, espero que no irreversible. Tienen ustedes toda la razón: además de la división política, también ha ido cristalizando una forma de pensar extremista, que incluye las teorías de la conspiración, algunas de las cuales son totalmente delirantes. La polarización es tan grande que, cuando hago alguna recomendación pública sobre cómo podemos proceder a una reapertura segura del país, hay personas que tienen una opinión tan extremadamente opuesta que llegan a amenazarme. A amenazarme en serio, físicamente, amenazas de muerte, amenazas a mis hijos, a mi familia, a mi esposa. Es una auténtica locura.
La lucha contra una epidemia es una cuestión en la que todos deberíamos empujar en la misma dirección si de verdad queremos erradicar esta lacra para la humanidad. Pero hay personas que se oponen con tal vehemencia que incluso recurren a las amenazas. Es algo inconcebible. Pero sucede.

XL. ¿Tiene alguna idea de cuál será la próxima epidemia que nos afectará? Si nos lo dice ahora, podríamos volver a entrevistarlo dentro de diez años y ver si acertó en su pronóstico.

A.F. Lo único que se puede predecir de las pandemias es que las habrá. Y lo único que resulta totalmente impredecible es cuál demonios será. Sinceramente, no tengo ni la menor idea. Lo que espero es que no vuelva a tratarse de algo como lo que estamos sufriendo ahora, ya les he explicado los motivos por los que una epidemia como esta siempre ha sido mi peor pesadilla.
Así que, si nos afecta otra pandemia, y la historia dice que sucederá, espero que sea algo relativamente insignificante y que se la pueda combatir con facilidad. Pero, sea cual sea, no será en diez años. Quizá ustedes y yo volvamos a vernos antes.

XL. Señor Fauci, muchas gracias por esta conversación.

El virólogo que se ha enfrentado a Trump: ‘Me amenazan de muerte. A mí y a mi familia’ / Rafaela von Bredow y Veronika Hackenbroch, XLSemanal (España), Septiembre 7

El virólogo que se ha enfrentado a Trump: “Me amenazan de muerte. A mí y a mi familia”


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