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¡Cuidado con los Impolutos!
Mejor dicho, cuidado con quien o quienes quieren hacernos creer que son impolutos.
“Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” (Juan 8: 7), sentenció Jesús, hace ya más de 2 mil años.
“Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, reza un viejo refrán.
Andrés Manuel López Obrador, se asume y hay seguidores suyos, que lo presumen, 100% honesto.
La Jornada del 24 de febrero de 2018, registró la autoexoneración: “Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la alianza Juntos Haremos Historia, dijo que sus rivales José Antonio Meade Kuribreña, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y Ricardo Anaya, de Acción Nacional (PAN), son iguales de corruptos… son lo mismo (tanto Meade como Anaya)… el que tenga antecedentes penales y el que haya participado en actos de corrupción que no sea candidato, sea Anaya o Meade.”
López Obrador se autoexcluye, se autoexonera, haciendo que leamos, que los corruptos son los demás. Él, no.
Solo veamos dos hechos. Hay más.
López Obrador, en 1996, encabezó un plantón y bloqueo en las instalaciones de Pemex en Tabasco. Hubo orden de aprehensión en su contra, que finalmente no se ejerció, como resultado de una mesa de negociación.
Cuando fue jefe de Gobierno de la ciudad de México, la obra magna de López Obrador: el segundo piso. Parte importante de la información, quedó reservada. Salvador García Soto, consignó en El Universal, el 20 de enero de 2016, que si saliera toda la información del Distribuidor Vial de San Antonio (nombre oficial del segundo piso) en sus 15 etapas, si llegara a desclasificarse, le provocaría a Andrés Manuel graves problemas de credibilidad por los datos duros que hablan de manejos turbios o irregulares en la asignación de contratos y el sobreprecio que se terminó pagando.
El fariseísmo es utilizado por parte de la clase política un día sí y otro también, más, si anda en campaña. Hugo Éric Flores, pastor cristiano y pastor de Encuentro Social, ha caído por entero ante el fariseísmo de López Obrador, al que denominó “el nuevo Caleb”, al ungirlo como su candidato a la Presidencia de México.
José Múgica, el exguerrillero que llegó a gobernar su país: Uruguay, más hábil, más conocedor, más informado, no se dejó seducir por el mesías (Krauze dixit) Andrés Manuel.
En octubre de 2016, Múgica visitó México. Inmediatamente su equipo trató de tenderle el anzuelo, con el propósito de que se reuniera con Andrés Manuel.
Múgica no aceptó y les dijo “que él y AMLO, tienen diferencias en el manejo político… el tabasqueño, dijo el uruguayo, hace política basado en sueños personales y utopías. El verdadero hombre de izquierda es de acción. Con todos sus años en la política mexicana no se sabe de grandes obras que haya hecho por el bien de la gente. Solo anhela cumplir a como dé lugar su aspiración presidencial. En la izquierda se piensa a nombre de todos, no de sí mismo” (sic Mujica). Y abundó: “López Obrador se ha quedado en el terreno de la retórica y las palabras, por lo que le ha faltado “acción social” a su movimiento.” (Víctor Sánchez Baños. Quadratín. 5.02.2018).
Llegado a este punto, toma más peso la advertencia de Denisse Dresser, en “El país de uno”: “La lucha contra la corrupción puede minar a la democracia y encumbrar a los hombres equivocados con las ideas equivocadas”.
Decir que Andrés Manuel es un hombre inmaculado, peor, creerle y creerlo, es aceptar como verdad, lo que no es.