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#Ackerman y #Charlie Valentino, añoran el pasado

John M. Ackerman, hace flaco favor al presidente y a la 4T. Peor, a la Democracia y a la Ley.

En su colaboración para La Jornada del pasado 9 de septiembre, sostiene que la llegada de Laura Rojas y Mónica Fernández, a las presidencias, la primera, de la Cámara de Diputados y la segunda, de la Cámara de Senadores, “… obstaculizan la consolidación de la nueva hegemonía democrática(sic) que requiere(sic) la nación(sic)… hoy que las fuerzas democráticas son la mayoría no existe razón para ceder(sic) lugares claves… a la oposición golpista…”

Con relación al Senado de la República, Ackerman, sostiene sin rubor, y no sé si mordió la lengua (tal vez no, porque lo estaba escribiendo): “… La ausencia de contrapesos al poder de Monreal genera un caldo de cultivo para la reproducción de las peores prácticas autoritarias. La “unidad” (él mismo entrecomilló) se debe construir a partir del debate, la discusión y el respeto a la pluralidad, no la imposición de una sola visión.” (¡chulada de texto! que contradice de cabo a rabo, lo escrito por el mismo Ackerman y transcrito en el primer párrafo)

Y cierra, tropezándose todavía más: “… prefirieron seguir las viejas y conocidas rutas de negociación política en lugar de arriesgarse a algo nuevo y transformador. Pero en momentos tan álgidos como el que hoy está viviendo la nación. La inercia implica retroceso. La Cuarta Transformación debe avanzar a pasos agigantados o se quedará atrapada en el pantano del pasado.”

Ackerman, canta ya, a lo que él denomina “la nueva hegemonía democrática”. Seguramente no leyó nunca, escritos, discursos y declaraciones, de los priistas históricos. Bartlett, bien le podría autografiar la expresión, con una rúbrica 100% peñanietista: “te lo firmo y te lo cumplo”.

Sostiene sin rubor, “hoy que las fuerzas democráticas son la mayoría no existe razón para ceder lugares claves… a la oposición…”. Seguramente no sabe y tampoco ha leído la ley que regula la vida interna del Congreso federal, que mandata la rotación de la presidencia de la Cámara de Diputados. Lo que Ackerman denomina “la nueva hegemonía”, “la mayoría”, en la Cámara de Diputados, no cedió nada, ni tampoco “prefirieron seguir las viejas y conocidas rutas de negociación política”, simplemente se observó lo que la ley dispone para el caso, que pareciera que al señor Ackerman, no le importa o por lo menos, le tiene sin cuidado.

Como le tiene sin cuidado la Democracia, en tanto hablar de “hegemonía democrática”, no significa el dominio o predominio de un solo grupo, de un partido o de un conjunto de partidos, pretendiendo imponer, como él mismo lo escribió: “una sola visión”.

Cuánta razón tiene Miguel Álvarez de Eulate, presidente de la Fundación de Estudios Estratégicos Internacionales (FESEI), quien hace un llamado a cuidar la Democracia, porque “si no se hace, se erosiona” (Síntesis. 7.09.19. Citado por Claudia Luna Palencia). El mismo Álvarez de Eulate, hablando de España, reconoce: “Somos una democracia joven” (ibid)

Si eso dice Miguel Álvarez de España, de la democracia española, qué podemos decir de México y de su naciente democracia. En este espacio hemos sostenido que la democracia en México, está en pañales, necesita crecer y desarrollarse, solo que algunos como Ackerman, quieren regresar al siglo pasado, de mayorías absolutas, dominantes o como Charlie Valentino León Flores, legislador de Morena en el Congreso del estado de Tabasco, que propuso reformar la Constitución, para permitir la reelección del presidente y de su gobernador. Peor, quiere regresar a México, al siglo XIX.

Lo dicho, hay que cuidar la naciente Democracia de México, si no la cuidamos, se va a erosionar. El Instituto Nacional Electoral (INE) juega un papel fundamental en su cuidado, las universidades, así como los órganos autónomos, los poderes Legislativos y Judicial y desde luego la sociedad. Los partidos políticos debieran ser los primeros interesados en cuidar la Democracia, pero parecen más interesados en cuidar sus privilegios, sus prebendas y el poder.

Soledad Loaeza apunta muy bien: “No sabemos qué es lo que va a pasar, hay un problema general de incertidumbre, pero esto nos debe llevar a ser más creativos, más valientes y más audaces”. (La Jornada. 19/20.09.19)

Si la 4T quiere constituirse en parte transformadora, tiene que ver hacia el futuro y si de verdad quiere dar paso a un nuevo régimen político, tiene que dar lugar a una transición de presidencialismo a semiparlamentarismo o parlamentarismo. El asunto es que México deje de depender, de las decisiones de un solo hombre o mujer. México necesita un gobierno más horizontal, colegiado, plural, que viva el juego político de pesos y contrapesos.

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