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Menos Comida en la Mesa y más Violencia en el Televisor

Aprender a no sentirse perdido, estando en un lugar lejano, requiere forzosamente el conocerse, pero sobre todo, es uno de esos momentos en que se pone a prueba la confianza en ti, el poder que existe dentro de ti, situaciones adversas que hay que enfrentar, momentos en que sientes que vas por carretera a alta velocidad y no puedes poner el freno porque causarías una catástrofe.

Parte de mi experiencia de vida, fue el vivir fuera de mi país por cinco años, tuve momentos que enfrentar y entender. Recuerdo que durante los últimos días despertaba oliendo a tortillas, aunque solo fuera en mi imaginación, es decir, a mi manera, sentí el amor a mi país y entendí que no es amor a mis símbolos patrios, es amor a mi tierra el lugar donde fue enterrado mi ombligo.

Es a mi gente, mi lengua, mi cultura, mis tradiciones, eso es lo que nos hace mexicanos, pero lo que nos brinda una identidad, son nuestros valores, cada cultura tiene las suyas y eso es lo que nos hace aprender a salir adelante.

Liberarse complejos, ideas erróneas sobre nosotros mismos, de envidias, de sentirse menos, defender tu integridad, respetar y respetarte, todo eso no tiene fronteras ni divisiones, conducirse en esta vida sin sentir ninguna culpa por el gobierno que se tenga.

Ejercer una crítica es parte de la libertad de expresión, no tiene que ser malo tener la capacidad de realizarlo, nosotros le damos nuestro voto de confianza, y como en cualquier relación tenemos derecho a dar nuestros puntos de vista, así sean malos o buenos, porque eso sí, debe hablarse de todo y no terminar en un solo lado, lo cual te cierra los caminos de opinión.

El conocimiento básico sobre tu país, se va forjando desde tu primera infancia, entonas el Himno Nacional saludando a una linda bandera tricolor, te dicen que eres mexicano y que debes estar orgulloso de tu origen y de tu tierra.

Pero para mí la cuestión sería, ¿hasta dónde tienes permitido amarla?, de que manera vas creciendo y te vas dando cuenta en los noticieros de la mala situación del país, considero que ya vamos varias generaciones bajo este yugo pesimista, pero ¿Quiénes son los culpables?, en mi caso, puedo afirmar que siempre he escuchado que todo es culpa del gobierno.

Es decir, tenemos que discernir el amor a nuestro país, como tierra que nos pertenece, pero que ha sido castigada por años por un gobierno que no ha sabido dirigirla adecuadamente, por no utilizar algún terminó despectivo hacía esas tragedias para cada hijo de esta tierra.

Entiendo que el hablar de los problemas del gobierno, forman una larga lista que requeriría algo cercano a una Enciclopedia, señalarlo como culpable de todo me parece que lo exime de su obligación, es decir, cuando ocurre una nueva tragedia, los comentarios sobre otras situaciones peores en el pasado, en las cuales tampoco fue aplicada la justicia, lo cual comienza a convertirse en normalizar la violencia y colgarse de un ‘no hay remedio’.

La verdad absoluta para mí no existe, porque si en ella están varios personajes, el sentir de cada uno será distinto, es decir, “lo que es normal para una araña es el caos para una mosca”, y si solo contamos con la versión de la mosca sin duda nos perderemos un mundo interesante de opinión.

México me duele, como a muchos otros, pero sus injusticias, las lágrimas, la sangre que ha sido derramada sin tregua, eso que parece no tener final, eso que parece llevar un rumbo de caballo desbocado, lleno de incertidumbre, que día con día se resume con menos comida en la mesa y más violencia en el televisor.

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