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¿ MORENA Avala Intervención de Extranjeros en Asuntos de Política Interior?
La cuarta transformación que pretende el triunfador de la elección presidencial, no puede fundarse en la intervención de un grupo de extranjeros, excluyendo a mexicanas y mexicanos, solo porque piensan diferente.
Lo anterior, tomando como base la evidencia del pasado 24 de julio: una inserción pagada en el diario Reforma de plana entera, pidiendo anular la elección de gobernador de Puebla en tanto, dicen en el desplegado: “La manipulación de las urnas electorales ha sido tal, que aún el recuento total de los sufragios no daría certeza de a quién favoreció la voluntad popular”, a pesar de esta afirmación en el texto del desplegado, el título del mismo empieza así: “Exigimos el respeto a la voluntad popular…”
¿Por fin? ¿Sí se sabe o no se sabe? a quién favoreció la voluntad popular. Lo único cierto es que el que fuera candidato de Morena a gobernador de Puebla, no tiene en su poder las actas de casilla que serían la prueba fidedigna de que él ganó, como lo afirmó desde el día primero de julio y todavía lo sigue afirmando, pero sin tener las evidencias en sus manos.
Si tuviera las actas de casilla, en lugar de publicar un desplegado firmado en su mayoría por extranjeros, hubiera publicado precisamente las actas de casilla, aunque pareciera una sección del aviso oportuno. Y es que el desplegado, además de imprecisiones y contradicciones (mucho billete, para tantos errores, dado el costo de un desplegado de plana entera en Reforma), registra las firmas de 110 extranjeros y solo 65 mexicanos.
El asunto es que, quien se lleva, se aguanta.
Consentir la intervención de extranjeros en un asunto de política interna, solo porque hay afinidad política, lleva a plantear, ¿qué dirían los morenazos? si el desplegado hubiera sido firmado en igual forma por extranjeros, pero apoyando el triunfo de Martha Erika Alonso Hidalgo. Seguro se estarían desgarrando las vestiduras en defensa de la soberanía nacional, solo porque en ese hipotético caso, no habría afinidad política.
Éste es el punto en cuestión.
Los triunfadores del reciente proceso electoral, incluyendo a los que no fueron candidatos, si en verdad dicen querer la pacificación del país y conducirlo a una verdadera transformación que le beneficie, tienen que hacer a un lado el lenguaje cismático que divide, segrega, margina, discrimina, a mexicanos, entre mexicanos, es decir, entre nosotros mismos.
Lo anterior, porque se pretende nuevamente, como en tiempos añejos, utilizar categorías ideológicas para descalificar y autosantificarse. Ocurrió con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, quien tachó de derechistas a los consejeros electorales que sancionaron a Morena, por el funcionamiento y las operaciones del fideicomiso creado para ayudar a damnificados por el sismo del año pasado y ocurrió con Bartlett, quien además de tachar como estupidez, las críticas vertidas a su nombramiento como director general de la Comisión Federal de Electricidad, igual también, concluyó que eran derechistas sus detractores.
Suponen que con “echarle la culpa a la derecha”, quedó solucionado el cuestionamiento y no hay necesidad de argumentación alguna. Mucho menos, alguna prueba o constancia de hechos. La paradoja: Bartlett, señalando de “derecha” a sus detractores. ¿Y él, Bartlett, dónde está ubicado ideológicamente? Es por ello, que en estos tiempos de la democracia mexicana, usar categorías ideológicas, es estéril, por inútiles, además, innecesarias, como aduce con razón, Julio Madrazo (El Financiero. 1.08.18)
Preocupa este afán por revivir “sambenitos”, en este caso el de “derecha”, en tanto como confesara Andrés Manuel a Trump, que se parecen tanto, en carta escrita por el primero y dirigida al segundo. Es de esperar que corrija y se desmarque de ese parecido, en tanto, en lo personal no me gusta nada Trump y menos cuando The Washington Post, recientemente reveló que el presidente de Estados Unidos “miente en promedio ocho veces al día”, por lo que en los 558 días que lleva como presidente, “… ha pronunciado 4 mil 229 mentiras…” (El Financiero. 2.08.18)
Que el que va a ser presidente de México, sea mentiroso como Trump, me parece que no va a ser bien visto, por quienes votaron por él, esperando un cambio. Ojalá, Andrés Manuel no solo no vuelva a compararse con Trump y concluir que se parecen tanto, sino que tome distancia, porque Trump, es racista, antimexicano en extremo, violento y francotirador verbal a diestra y siniestra.
Ser presidente y ser francotirador verbal a diestra y siniestra, no abonará a su favor, ni de su pretendida cuarta transformación. Tiene tiempo para corregir. Está a tiempo.