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Entre Dios y un Cártel /Carlos Seoane (México)

'Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos', criticó el padre Javier 'Pato' Ávila

 

El pasado lunes por la tarde, dos sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales “El Gallo” y Joaquín Mora Salazar “Morita”, fueron ultimados a balazos dentro de la iglesia de Cerocahui ubicada en el municipio de Urique en la sierra Tarahumara. Este deleznable acto fue consecuencia de tratar de auxiliar a Pedro Palma, un habitante de la localidad que se dedicaba al turismo, mismo que había sido herido por un arma de fuego y era perseguido por su agresor.

Estos hechos, analizados en la última semana por docenas de columnas de opinión, les costó la vida a ambos ancianos octogenarios, los cuales llevaban décadas viviendo en la sierra chihuahuense, donde eran reconocidos por su labor a favor de uno de los grupos sociales más vulnerables del país. Cerocahui no rebasa los 1,200 habitantes.

Bajo la lluvia y con música de violín, fieles llevaron en procesión los cuerpos de Javier y Joaquín hasta Cerocahui, en las inmediaciones del Triángulo Dorado bajo control del Cártel de Sinaloa. FOTO aristeguinoticias.com

 

Este cobarde triple homicidio ocurrió en una zona limítrofe al llamado Triángulo Dorado. Un área con una fuerte presencia e influencia del Cártel de Sinaloa. Distintas versiones indican que el asesino es José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, líder de un grupo de matones asociado al Cártel ya mencionado. De hecho, un tercer sacerdote de nombre Jesús Reyes que dijo haber presenciado los homicidios, lo confirmó.

Ahora, este crimen no puede ni debe ser tomado como uno de tantos episodios de la espiral de violencia que nos envuelve desde hace tres lustros. El que un criminal no tenga límites y asesine en su parroquia a sacerdotes ancianos inofensivos es una clara muestra – y consecuencia – de la impunidad que padecemos como nación desde hace años.

Y por favor, que nadie se atreva a decir que estas fueron muertes circunstanciales, los jesuitas no estuvieron en el lugar equivocado en el momento equivocado. Ambos estaban cumpliendo con su misión de vida, ayudando y socorriendo física y espiritualmente a una persona que estaba perdiendo la vida o que ya había fallecido.

Tras recuperación de los cuerpos sustraídos por el asesino, los funerales dieron inicio el sábado en Chihuahua capital. FOTO infobae.com.mx

 

El presidente López Obrador dice creer en la rehabilitación de criminales como El Chueco, asesinos despiadados que hace mucho se despojaron de cualquier vestigio de humanidad que pudieran haber poseído. Chacales que no tienen otro paradigma o mandamiento que satisfacer y explotar su propio poder. Esta gente vive y disfruta despojando y explotando a la población indefensa por innumerables vías.

Para casos como este, la única opción es enfrentarlos diaria y cotidianamente con todos los recursos disponible del Estado. Combatirlos, arrestarlos, desarticularlos, enjuiciarlos y encerrarlos… ¡PUNTO!

Toda la semana pasada escuché por parte de múltiples funcionarios del partido en el poder (y de muchos de sus partidarios) que múltiples alimañas homicidas nacieron y crecieron antes de su llegada a la presente administración, lo cual aparentemente los exime de asumir responsabilidad alguna ahora que gobiernan. Enferma escuchar que a la autoridad presente le baste con zanjar la responsabilidad a los gobiernos pasados.

‘Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos’, criticó Javier ‘Pato’ Ávila durante la ceremonia fúnebre. FOTO infobae.com.mx

 

Al igual que el Culiacanazo (2019) o la tristísima masacre de la familia LeBarón en Chihuahua (2019), el asesinato de estos sacerdotes jesuitas (2022) debe quedar alojado en la categoría de actos criminales que no deben escapar a la memoria ni deben soltar a los gobiernos presentes, por más que insistan y machaquen que El Chueco y las docenas de miles de otros tantos criminales ya estaban ahí cuando ellos llegaron.

En este país, los cárteles han cruzado muchas líneas que en el pasado hubieran parecido infranqueables. En este caso en particular, el asesinato de dos ancianos que dedicaron más de la mitad de su vida a servir a los más pobres de los pobres brinda a los hechos una legitimidad inexpugnable.

Pobre México, a veces tan lejos de Dios y tan cerca del Cártel de Sinaloa.

Esta vez hay recompensa. Autoridades ofrecen 5 millones por pistas que conduzcan a la captura del presunto asesino de los sacerdotes y el guía Pedro Palma. IMAGEN digitalnewsqr.com

 

POSTDATA

Tuve la gran oportunidad de estudiar mi licenciatura en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. En esta institución conocí a Leopoldo (lamento mucho no recordar sus apellidos), un sacerdote jesuita que fue uno de mis profesores y me acompañó incondicionalmente en una época oscura de mi juventud enfrentando el cáncer terminal que aquejaba a mi padre. Mi gratitud eterna para él.

Twitter: @CarlosSeoaneN 

+ Títulos, elección de fotos y pies de foto, por CT.

 

ENLACE

Tan lejos de Dios y tan cerca del cártel de Sinaloa /Carlos Seoane *, El Universal (México), 27 Junio

*El autor es consultor en seguridad y manejo de crisis.

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