Código Tlaxcala
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¿Hacer el bien sin mirar a quién?

Esta frase del escritor peruano Ricardo Palma que se ha transformado en refrán, se convirtió en un fenómeno que inundó las redes sociales en los últimos días en Tlaxcala, después de que el estado se convirtiera en un colosal centro de acopio para los damnificados de fenómenos naturales de este mes.

Mucho se juzga a los grupos de personas que con buena intención instalaron sus centros de acopio en diversos municipios y después de ello tomaron fotos y compartieron en la red. Así también a las empresas que mucho o poco hicieron su donativo, pues se le atribuye a los redondeos, oferta caritativa y gestión a sus proveedores. Sin mencionar los políticos que al publicar su ayuda se les tachó de oportunistas por el ya cercano periodo electoral.

Lo cierto es que estamos llenos de vicios y obsesionados por poseer la verdad absoluta. Hemos crecido en una sociedad enferma a la que le cuesta creer que alguien pueda darle la mano al otro sin esperar algo a cambio. Estamos tan dañados por las crisis económicas, políticas y sociales que construimos los muros (a los que tanto les tememos) con palabras, acciones y críticas.

Este 19 de septiembre de 2017 representa un nuevo día que no se olvida: la catástrofe que unió a una sociedad divorciada entre religiones, orientaciones sexuales y colores políticos; que conmovió a un pueblo enojado; pero sobre todo que movió a una mentalidad estancada. Es por ello que me sorprende continuar escuchando prejuicios de anteayer, palabras que hoy ya no deberían formar parte de nuestra jerga.

Qué importa una foto para avisar que ayudaste e invitar a los demás a unirse al motivo, qué importa ser empresario y buscar estrategias para conseguir productos más económicos para regalar, qué importa si fue una quincena o más de un diputado el que donó, si al final se va a convertir en litros de agua purificada, medicamentos y materiales para darles hogar a quienes están viviendo en la calle; lo que importa no es el medio, el fin es que el corazón del pueblo mexicano siga siendo uno y su latido permanezca en armonía con la misma causa. Como si no hubiera suficiente tiempo para ser negativos, como si se necesitara cada minuto para hacer el bien y mirar a quién.

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