Código Tlaxcala
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Glosa a una Foto

 

La pinta de la favorita Sheinbaum ha de ser más antigua. De buena factura, rimado el mensaje: “En la encuesta #Es Claudia es la respuesta”. A la izquierda la más reciente del exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López. Algo procaz en la abreviación: “Ahora es Adán Augu.” (así con punto). La barda coincide y es consistente con la difusión de un rumor corrido hará dos o tres meses, relativo a un cambio de caballo en favor de otra “corcholata” (presi dixit).

Digamos que Adán sería el Plan B del presidente de México. Pero ¿y Ebrard? En dicho hipotético B, el carnal Marcelo pasa al tercer lugar del ranking de “corcholatas”.

Noroña, convertido en apóstol de la enigmática 4T, aparece muy relegado en la mayoría de las encuestas nacionales. Sin embargo, ha dicho que lo prefiere la gente y que ganará. Pasa cuando por descreer de las encuestas se dan palos de ciego, con tan mal tino que sus valientes denuncias contra el “extremo verticalismo” en la selección de la “corcholata” premiada, asustan al morenismo empoderado. Más desconfianza causa Noroña a la nomenklatura guinda que el amor libre (sí, cabe) entre el excanciller y MORENA. Más, mucho más que los enredos (lo digo por su campaña en redes) del carnal, entre obediencia, fidelidad y lealtad.

¿Cuál “corcholata” anunciará MORENA el 6 de septiembre? Hay consenso: la que quiera el presidente López Obrador -y así lo querrán sus seguidores de fe ciega. Y tras los Siervos de la Nación, Jóvenes Construyendo Futuro, Sembradores y el dinero del Gobierno, una gran cantidad de mexicanos.

Nada dice que no ganará Claudia. Sólo el presidente podría cambiar eso, acaso por el bien de todos. Es insidiosa esta hipótesis aunque cobija a los tres destapados para perder. Otro consenso es que México elegirá una mujer como Presidente por vez primera en su historia. Vamos a ganarle el jalón a los Estados Unidos ¡por fin en algo!

La pelea cobra forma al paso de los días: Claudia Sheinbaum contra Xóchitl Gálvez. Ambas de la UNAM, licenciada en Ciencias una e ingeniera otra. Así pues una sucesión presidencial que se veía de trámite, cobra de pronto volatilidad y energía. Es buena señal democrática.

La pelea empieza de lodo y en technicolor (¿hay todavía?). La vemos cada día y de cerquita; es imposible no ver. Sin excusa: las evidencias están hasta grabadas en Youtube. Todo muy tercermundista. Polvos setenteros archi fallidos.

Los indicios sugieren que el presidente AMLO ni siquiera considera virar de rumbo y seguirá terco en hacer de la elección presidencial de 2024 una especie de clash of civilizations. No en guerra los mexicanos con otros pueblos, sino consigo mismos.

Buenos contra malos, impolutos contra “corruptazos”. También neoliberales contra neocomunistas -hay que decirlo todo.

¿Funcionará la bandera de la lucha anti corrupción en el ’24 tan bien como en 2018? Las banderas electorales se desgastan. Hasta Salinas de Gortari metió a la cárcel más peces gordos y medianos que el presidente 4T en su 5º año. Y no necesitó tirar a la basura los cimientos multimillonarios de un aeropuerto. Nos salió más barato “La Quina” que Chayo Robles.

Además están las evidencias nada honestas sobre la familia del presidente y funcionarios de su máxima confianza. Los sobres amarillos de Bejarano, Pío y “Martinazo” son una vergüenza aquí y en China (en Rusia y Norcorea no tanto, supongo). Mi favorito es el video del actual privado del presidente, Alejandro Esquer, con el ahora Oficial Mayor, Denis Zaharula Vasto, depositando ilegalmente en 2017, en carrusel de a 50 mil pesos con otras cuatro personas, dinero para un fideicomiso de MORENA.

Tanta cola nomás para burlar la ley.

Gobernar desgasta. En México más, dado el nivel de nuestra corrupción gubernamental (superior al promedio global en todas las mediciones oficiales e independientes). En este punto júntese lo enlistado, adóbese de militarismo galopante, decórese con indiferencia hacia el negocio mortal del narcotráfico, y se obtendrá un escenario abierto.

A casi un año de las votaciones, nadie que no sea propagandista puede saber de qué cara caerá la moneda el 2 de junio de 2024. Los que no lo somos, conjeturamos que la próxima elección presidencial posiblemente no sea de mero trámite como creíamos hace dos meses.

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