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Supervisa Negocio que Lleva su Nombre y Además ha Regresado con Ganas Renovadas a la Escuela
Hace dos años, en junio de 2015 un niño de nombre Gerardo cayó desvanecido en el patio de la escuela primaria Domingo Arenas, en Zacatelco, y fue atendido in situ por personal de la institución que atinó a presionarle el estómago, presumiblemente empeorando así la dificultad que experimentaba el menor para inhalar aire. Había sufrido un ataque al corazón.
A resultas de la carencia de oxígeno, el niño padece hoy ceguera y parálisis cerebral. Luego de meses al borde de la muerte y contra pronósticos médicos que les daban escasas esperanzas, las ganas de vivir del pequeño le ganaron la partida a la muerte.
El pasado domingo, al escuchar a sus padres comentar acerca de la presencia del entonces alcalde de Zacatelco, Francisco Román Sánchez, en una reunión con pobladores a la que confluyeron los legisladores Juan Carlos Sánchez García, mejor conocido como “Saga” y Juan Corral Mier, Gerardito pidió a sus padres que lo llevaran hasta allí a fin de poder saludar a “mi amigo Paco”.
Y sí, los papás le cumplieron el deseo, propiciando el reencuentro del niño y su viejo conocido, el actual dirigente de la Central Campesina Cardenista Democrática (CCCD).
El conmovedor reencuentro del niño y el popular líder social zacatelquense tiene detrás una historia digna de ser contada, pues retóricas aparte comprueba que a veces el denostado quehacer político de veras puede hacer el bien a los que más lo necesitan.
“¿Cómo no agradecer a quien no te conoce y te brinda su apoyo, te acompaña en el hospital y está pendiente de tus necesidades?”, expresó la mamá del niño a los reporteros que cubrimos el evento del domingo.
“Esto”, declaró a la sazón el alcalde Francisco Román, “no hubiera sucedido si la Ley de Salud hiciera obligatorio hacer exámenes a todos los niños, aunque muchas veces lo precario de la economía no permite a los padres solventar ni eso”. “La historia de Gerardito no puede repetirse, tenemos la obligación de prevenir que no vuelva a suceder y además es necesario que los maestros se capaciten para poder reaccionar ante alguna eventualidad y que las instituciones tengan el equipo necesario.”
Por fortuna, Paco Román fue más allá de las palabras en el dramático caso del niño que un día se desvaneció en el patio de la escuela y logro sobrevivir a adversidades terribles.
Siendo alcalde, Román se mantuvo muy cerca de la humilde familia lastimada por el destino en un hijo muy querido. Y una vez que se separó del cargo, no quiso olvidarlos, pues ya al frente de la mencionada organización campesina se las arregló para canalizar a la familia recursos de un proyecto productivo (300 mil pesos).
El dicho proyecto de fondos federales es hoy un esperanzador negocio denominado “Abarrotes de Gerardito”. “Diario la supervisa él mismo, nos exige que lo llevemos para saber cómo va el negocio”, cuenta la mamá.
“Abarrotes de Gerardito” es la base que mantiene en pie a una familia, y también una luz de esperanza para el niño.
Mantenido a flote, asido a esa tabla de salvación, Gerardito ha vuelto literalmente a la vida. Ya regresó a la escuela y se esfuerza como pocos por aprovechar la segunda oportunidad que la vida le dio de formar parte del sueño del mundo.