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Estado Islámico: el Mercado de Esclavas en Irak

Un artículo de Eva Font publicado en el diario español El Mundo el pasado mes de mayo (“La ONU denuncia la existencia de mercados de esclavas sexuales organizados por el Estado Islámico”), la representante especial de la ONU sobre violencia sexual en conflictos, Zainab Bangura, denunció la creación de mercados de esclavas en lugares como la localidad siria de Raqqa o la iraquí de Mosul, y describió tal política del Estado Islámico (IS) en el contexto de los conflictos en Siria e Irak.

“A las niñas literalmente se les quita la ropa, se las desnuda y examina en bazares de esclavas. Se las categoriza y son enviadas desnudas a Raqqa, Mosul u otros lugares para ser distribuidas ente los combatientes o los líderes del IS”, relató Bangura en una rueda de prensa en Naciones Unidas.

El artículo no dice nada que no se supiera con anterioridad, y su realidad apabullante contradice los argumentos esgrimidos en favor de los grupos radicales por los multiculturalistas, principalmente la coartada que pretende culpar a potencias extranjeras –señaladamente a Estados Unidos- de lo que allí está ocurriendo.

 

No: lo que ISIS ha puesto de manifiesto con claridad asombrosa es una tradición religiosa que combina un fanatismo que hace palidecer al miso medievo europeo; y un nivel de desprecio hacia la mujer y los derechos humanos en general, antípodas de la civilización contemporánea, sea lo que esta signifique.

Fuentes cristianas y musulmanas, lo mismo que medios de comunicación dan testimonio desde todos los enfoques de una atroz realidad que cae llamar sin eufemismos diabólica.

Apenas en febrero, BBC Mundo informó (“El drama de los niños que Estado Islámico vende como esclavos sexuales”), en base a un informe del Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, sobre niñas y niños sanos vendidos como esclavos sexuales, discapacitados atados a explosivos y usados como atacantes suicidas, niños crucificados y niños enterrados vivos, entre algunos de los crímenes cometidos contra menores en Irak por militantes del grupo yihadista Estado Islámico y otros grupos armados.

 

El catálogo de horrores se aplica particularmente contra niños de minorías étnicas y religiosas, como los yazidí y las comunidades cristianas, pero no solamente, aclaró Kirsten Sandberg, presidente del Comité. Los niños de minorías capturados “han sido vendidos en el mercado con etiquetas con precios, han sido vendidos como esclavos”, dijo Winter.

“Pero no todos los abusos denunciados en el informe son cometidos por militantes del grupo yihadista, también se reportan graves casos de abusos en zonas controladas por el gobierno, incluyendo el encarcelamiento de menores y el forzamiento de niñas violadas a contraer matrimonio con sus violadores, dado que una ley permite a los violadores escapar a la justicia si se casan con la víctima.

En noviembre de 2014, el portal cristiano Protestante Digital subió una nota (“ISIS pone precio a niñas esclavas”), donde se difundió una lista de “precios reglamentarios” de niñas y niños, contenido en un documento publicitado por el EI en octubre según la cual “botines de guerra” humanos, incluidos menores de entre 1 y 9 años, habían subido de precio.

“En el nombre de Alá, el Compasivo y misericordioso. Hemos recibido la noticia de que la demanda en los mercados de ganado y mujeres se ha reducido drásticamente y que afectará a los ingresos del Estado Islámico, así como la financiación de los muyahidin en el campo de batalla. Hemos hecho algunos cambios. A continuación se presentan los precios de las mujeres yazidies y cristianas”, reza el macabro comunicado.

Dicho documento estipula los precios más altos para niñas cristianas y yazidíes de uno a nueve años de edad, las que frisan los 200.000 dinares (unos 150 euros). Las adolescentes de 10 a 20 años son vendidas por cerca de 100 euros, mientras que las mujeres de 20 a 30 llegan a costar 70 euros o menos. La lista incluye un precio de 50 euros por las mujeres de 30 a 40 años y de 34 euros para las mujeres que están entre 40 y 50 años de edad.

Secuestradas, golpeadas, vendidas, violadas: el grupo Estado Islámico (EI) tiene en Irak “mercados de esclavas”, en los que las mujeres de las minorías, como las yazidíes o las cristianas, son vendidas para servir como esclavas sexuales, confirmó a la AFP una joven que logró escaparse y cuyo testimonio aparece en un libro será publicado en Francia el próximo viernes (“Esclave de Daech“, editorial Fayard).

 

Jinan, yasidí de 18 años de edad, cuenta sus tres meses de cautiverio en Irak a manos de los yihadistas del EI a fines de 2014, hasta que pudo huir una noche robando unas llaves. Después de ser detenida en varios lugares, entre ellos una cárcel de Masul, Jinan fue comprada por dos hombres, un expolicía y un imán, quienes la encerraron en una casa junto con otras prisioneras yazidíes.

“Nos torturaban, querían convertirnos por la fuerza”, cuenta Jinan a la AFP en París, donde se encuentra en ocasión de la publicación de su libro, escrito junto con el periodista francés Thierry Oberlé.

“Si nos negábamos, éramos golpeadas, encadenadas fuera a pleno sol, obligadas a beber agua en la que flotaban ratones muertos. A veces nos amenazaban con torturarnos con electricidad”, dice. “Esos hombres no son humanos, sólo piensan en la muerte, en matar. Toman drogas sin cesar. Quieren vengarse de todo el mundo. Afirman que un día el Estado Islámico reinará en el mundo entero”, añade.

En Mosul, Jinan fue llevada a “un inmenso salón de recepción con columnas (…) Decenas de mujeres están reunidas allí. Combatientes circulan entre nosotras. Bromean con risas groseras, nos pellizcan las nalgas. Uno de ellos pone mala cara: ‘esta tiene buenas tetas, pero yo quiero una yazidí de ojos azules, con tez clara. Parece que esas son las mejores. Estoy dispuesto a pagar el precio que sea'”.

La joven recuerda haber visto en ese mercado de esclavas compradores iraquíes, sirios, pero también extranjeros occidentales cuya nacionalidad no pudo determinar. Las jóvenes más lindas son reservadas a los jefes o a los clientes del Golfo, que pueden pagar su precio.

En la casa en la que las retienen “el día es ritmado por las visitas. Los combatientes vienen a hacer sus compras en el salón de recepción. Hay mercaderes que se desempeñan como intermediarios, emires que inspeccionan la mercancía con la seguridad de los propietarios”.

“Te cambio tu pistola Beretta por la morenita, pero si prefieres pagar en efectivo son $150. Aceptamos también dinares iraquíes”, dice uno de ellos, según el testimonio de la joven.

Acompañada en París por su marido, con el que logró reunirse después de su evasión, Jinan vive actualmente en un campamento de refugiados yazidíes en Kurdistán iraquí.

“Si regresamos a nuestros pueblos habrá otros genocidios contra nosotros. La única solución sería que tengamos una región nuestra bajo protección internacional”, ha propuesto sin esperanza de ser escuchada.

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