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Crónicas del Congreso de Tlaxcala, IX

SE ACUSAN MARIO HERNÁNDEZ Y JUSTO LOZANO DE CORRUPCIÓN, DESDE TRIBUNA

Espeta Tricolor al Albiazul Usar Cuotas Sindicales Para Comprar Auto a Héctor Ortiz

Revira el Panista que Mariano Requisó hoy Ocho Autos blindados y dos Tanquetas

“Nos Estamos Conduciendo Como Viles Lavanderas”, Advirtió Palacios

Debió ser por aburrimiento -natural tras una sesión de casi ocho horas- que el diputado priísta Mario Hernández Ramírez se tiró a matar, virtualmente, contra su par panista Justo Lozano Tovar.

Sí, fue la sesión más prolongada de la LX legislatura la vigésimo cuarta de este jueves 27 de octubre.

-“Héctor Ortiz, traidor por cierto, hizo de la educación pública del estado de Tlaxcala un negocio familiar, y ahí está metido usted, compañero Justo. Usted hizo un negocio con los ‘Cecyts’. Se encargó de recabar cada una de las cuotas de los sindicalistas para comprarle un auto a su señor gobernador” –espetó Mario.

Y no le bastó eso, qué va.

Traía ganas de pelear Mario y no iba a quedarse con las ganas.

“¡Vamos por Tlaxcala!”, exhortó por vez primera a Justo.

Empero volvió a embestir:

-“El anterior gobierno orticista dejó a nuestra entidad como uno de los estados del país con el mayor índice de corrupción y el último lugar en transparencia efectiva; además, fue uno de los estados con mayor tasa de desempleo a nivel nacional”.

Llegado a este punto pareció burlarse oblicuamente Mario del gordo ex mandatario, al postular, ambiguo:

-“Nuestro estado padeció la enfermedad de la obesidad, que no lo dejó moverse en beneficio de los tlaxcaltecas; un gobierno ineficiente en el que el aumento exceso a la alta burocracia sea inaceptable (sic) con las carencias que tiene Tlaxcala”.

“¡Venga de veras en Tlaxcala a aportar algo positivo!” –exhortó de nuevo a Justo.

Más acto seguido restregó al cuñado de Héctor Ortiz:

-“Yo le puedo traer ejemplos también de gente de su distrito, de la inconformidad de cómo estuvo engañando a la gente para que usted tuviera esa curul; y se lo puedo demostrar con hechos”.

Este enunciado no impidió que Mario se permitiera exhortar por tercera ocasión a Justo:

-“Sea más propositivo” –reinsistió.

Tras el es-cuánto-señor-presidente, un coro de bravos y aplausos tricolores acompasó los pasos de Mario hacia su curul.

Tocó luego turno al atacado.

-“Bueno, pues ya se puso bueno” –empezó acogido por risas amigas.

-“Vamos a entrarle entonces al asunto, vamos a atorarle y vámonos de fondo” –prometió.

-“Mi querido amigo Mario… yo les pido a los del PRI que me pongan uno de más altura” –exigió intempestivamente.

Rechiflas de los priístas provocó.

Espectáculo aparte dieron los reporteros presentes, involucrados en rechiflas y bues en pro y contra de los tribunos.

Se explicó:

-“Yo tengo ya en el asunto del debate algo, podemos incluso hasta proponerle… porque, este, es muy complicado bajar el discurso para que me entienda mi amigo Mario” –devolvió la burla.

Luego pareció resignarse a descender hasta el priísta (“pero bueno, vamos a contestarle”).

Corrigió:

-“Yo no soy secretario general del sindicato de cecytes, yo provengo del SNTE. En este momento soy el secretario de la Fundación SNTE. No se confunda, mi querido amigo y diputado, porque en la confusión dice usted tonterías”.

-“También quisiera decirle que sí somos propositivos. Perdón, creo que usted no ha propuesto nada. Yo tengo aquí cuatro leyes, cuatro reformas, y sería interesante que le dijera usted a quien tiene aquí enfrente de su partido (en alusión a Héctor Martínez) que desempantane las propuestas que tenemos. El PAN es el que más propuestas ha metido, señor diputado” –reivindicó.

Mas tampoco quiso guardarse nada Fausto.

Reviró venenosamente:

-“A lo mejor se viene usted a dormir aquí en las curules, o como los diputados federales priístas, se echa sus drinks”.

Exhortó a su vez a Mario, en tono irónico, Justo:

-“Venga usted sobrio, venga descansado acá a la cámara, tranquilo, sin que le genere un problema mi presencia, ¡nombre!, yo puedo ser su amigo, no se preocupe”.

-“Usted fue presidente municipal -que bueno que volteó a verme, pensé que estaba usted acostado durmiendo- y usted entregó un reconocimiento al señor Héctor Ortiz Ortiz a nombre de todos los presidentes municipales priístas” -recordó.

-“Si aquí alguien es incongruente, es usted, señor” –rebajó al diputado oficialista Justo.

-“Cuando hable de mí, señor diputado, hay que lavarse los dientes” –clavó al cabo.

Entonces intervino el priísta Silvestre para pedir brevedad al panista, y que no personalizara.

-“Yo le pediría que con la misma vara que mide, mida a los demás” –alegó Fausto.

-“La observación es de manera general” –justificó el presidente de la mesa.

-“La misma observación la hubiera hecho para su compañero de bancada” –persistió el albiazul.

Fue entonces que volvió Fausto sus flechas contra el gobernador González Zarur.

Sacó un as bajo la manga:

-“Quiero, compañero maestro, decirte que hicieron la requisición hoy por ocho carros blindados, tu gobernador. No sé si lo sabías. Espero que seas parte no (sic) de la corrupción de la que estás hablando” –hundió.

Ahondó en esta dirección:

-“De dos tanquetas antimotines… ¡eso es terrible, eh! Espero que no seas parte de esa terrible corrupción, de un desvío para autos blindados… ¿Por qué se van a blindar, qué pasa, pos que está haciendo mal?” –talló la llaga.

Y más preguntó Fausto:

-“Yo le preguntaría: ¿y para qué están siendo utilizados los helicópteros, señor, lo sabe usted señor diputado? Yo le digo: para ir a desayunos” –remató su defensa Fausto.

Subió el del Alianza Ciudadana, Bernardino Palacios, para censurar a los rijosos, así:

-“En parte es cierto lo que dicen de ambos fuegos cruzados (sic), pero no acepto cuando se abre una cloaca de corruptelas; sólo les pido que sean más precisos”.

-“Por eso la gente nos critica que nos estamos conduciendo como viles lavanderas” –coronó su confusa intervención.

Una escaramuza más, hija del tedio de este jueves, fue sin duda esta riña entre Mario y Fausto.

Un modo entre otros de romper con la rutina de las unanimidades a-democráticas.

Ya había caído la tarde cuando Mario y Justo se dijeron sus verdades y mentiras.

Ya habrá –como siempre- días más propicios para la armonía legislativa.

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