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La elección presidencial de 2024 parecía hasta el pasado mes un mero trámite. El interés principal de la sucesión de López Obrador consistía en identificar a la “corcholata” favorita del presidente de México.
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Xóchitl Gálvez aspiraba a ser Jefa de Gobierno. La presidenciable del panismo era Lilly Téllez, su compañera en el Senado y Atypical Te Ve.
La disrupción de Xóchitl Gálvez sería imposible a estas alturas, faltando un largo año para las votaciones, si López Obrador no hubiera incumplido su promesa de recibirla en la Mañanera si así se lo ordenaba un juez. Lo prometió, está grabado. ¿Qué le costaba al presidente sostener su palabra y recibir a la mujer, acordar un tiempo de exposición, hacer como si la escuchara, e inclusive -por qué no- refutar o admitir la evidencia de que la senadora votó a favor de los programas sociales 4T?
Y a otra cosa mariposa. Habría quedado bien; ganaría en imagen democrática.
Mas no quiso recibirla. Y al no querer le ha dicho a la nación que él, el presidente, puede desde su palaciega tribuna malinformar, descalificar, denostar y/o injuriar a cualquier mexicano sin derecho a defensa en el mismo espacio de comunicación -según costumbre y leyes- donde se le señale por su nombre.
Es a la vez una descortesía y un error significativo por cuanto exhibe intolerancia ante otros datos que no sean los suyos. Un desprecio tal, que nuestro del presidente no vaciló en desacatar de nueva cuenta la orden de un juez, como cuando era jefe de gobierno (caso Desafuero). Falla múltiple del titular del Ejecutivo federal: a la palabra dada públicamente; a la ética democrática; y para colmo, a leyes consuetudinarias y formales.
El caso es que Xóchitl Gálvez es ahora una seria aspirante presidencial. El incidente con el presidente de México abrió una rendija; sus virtudes personales están haciendo lo demás.
Ya lo que queda del PRI, con Alito a la cabeza, le dio el sí. En su mensaje recordó Xóchitl que su propio papá fue “uno de esos priistas de antes leales a su partido”. Falta ver si al PAN de Marko Cortez no se le ocurre imponer a Creel.
Más importan al perfil presidencial que esos partidos, las virtudes y logros personales de la repudiada por Palacio Nacional. Es mujer elocuente y razonable, terca, valiente, contestona. Una panista de tendencia izquierdista. Pudo superar una miseria de cuna indígena, graduarse ingeniera en la UNAM y crear su propia empresa. Luego vino su exitosa incursión en la dura política.
Un dibujo de vida escasamente reprochable. Inspirador. Si la burocracia azul no falla de nuevo, con Xóchitl habría tiro en 2024. Podría dar la sorpresa.
Veo a Xóchitl en campaña contra la favorita Sheinbaum. Por lo pronto, un nuevo rostro en la sucesión adelantada. Y eso que MORENA todavía no sale del berenjenal de las cinco encuestas que decidirán cual “corcholata” sí va…
No sería Xóchitl Gálvez aspirante presidencial si López Obrador la hubiera dejado hablar 3 ó 5 minutos en su Mañanera. Es una senadora de la república. Solamente una mujer.
COHETERÍA
CONSEJO Ojalá intentara Gálvez cerrar la herida que su irrupción inesperada causó inintencionalmente a Téllez. Buen punto de partida, una señal optimista.