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El Triunfo de AMLO, no es Sorpresa

Porque en política, no hay sorpresas, hay ingenuos.

Andrés Manuel López Obrador, se incorporó a la actividad política, a mediados de los 70´s del siglo pasado. Admirador de Carlos Madrazo, discípulo de Enrique González Pedrero, idolatraba a Carlos Pellicer, a quien apoyó activamente en su campaña rumbo al Senado de la República, obviamente por el PRI, cuando Porfirio Muñoz Ledo, era el presidente nacional del partido.

Desde entonces, Andrés Manuel trabó relación y cercanía con las comunidades indígenas de su entidad y en correspondencia al apoyo recibido en su campaña para gobernador, Rovirosa Wade, le pidió a Ignacio Ovalle, que hiciera director del Instituto Nacional Indigenista (INI) en Tabasco, precisamente a López Obrador, quien fue respaldado desde entonces, por Humberto Mayans Canabal.

Obrador no solo dirigió el INI, a la par dirigió estatalmente, la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar). Desempeñando ambos cargos, conoció a Graco Ramírez.

Apoyando precisamente la campaña a la gubernatura de González Pedrero, conoció a José Antonio Álvarez Lima y a Juan José Rodríguez Prats. Siendo gobernador, González Pedrero, éste nombró a López Obrador, presidente estatal del PRI. Andrés Manuel en su discurso, asumiendo la presidencia del partido, el 28 de enero de 1983, retomó el discurso de la “Renovación Moral” del presidente Miguel de la Madrid.

Bajo su dirigencia, encargó a Alberto Zentella, escribiera el himno del PRI, que en una de sus estrofas dice: “Democráticos y revolucionarios”. Sin embargo las cosas no se dieron como Andrés Manuel quería y deja la dirigencia estatal del PRI, abandona el grupo de González Pedrero y abandona también, Tabasco. Llega a la capital del país, se integra al Instituto de Capacitación Política del PRI, donde da conferencias. El dirigente del Instituto de Capacitación, era, Arturo Núñez Jiménez.

Ingresó al entonces, Instituto Nacional del Consumidor (INCO), dirigido por Clara Jusidman de Bialostozky, como director de promoción. Ahí conoció a Rodolfo F. Peña, subdirector del INCO, columnista en Unomásuno y después de La Jornada. Desde entonces, conoció a Gustavo Ponce.

En 1988, López Obrador busca la gubernatura de Tabasco, por el Frente Democrático Nacional (FDN), utilizando el registro del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y del Partido Mexicano Socialista (PMS), a invitación de Graco Ramírez, Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas. En 1994, volvió a buscar la gubernatura de su entidad, enfrentándose a Roberto Madrazo, ahora ya como abanderado del PRD y al no obtener la gubernatura, formó un gobierno paralelo, integrando un gabinete alterno, apoyaban a indígenas y familias pobres, incorporándolos en los programas estatales y federales, un notario público apoyaba cobrando lo mínimo, un arquitecto diseñaba casas de bajo costo, distribuían libros en las escuelas, médicos consultaban cobrando honorarios simbólicos, igual, dentistas y veterinarios, editaban un periódico de denuncia, así formó, como el PRI, sus grupos clientelares.

En ese escenario, surge López Obrador, como figura nacional, al encabezar protestas, marchas, plantones y bloqueos, a Pemex, naciendo así la “industria de la reclamación” (Arturo Núñez dixit), pues Pemex entregó a los manifestantes, cuantiosos recursos, aplacando así, las manifestaciones.

Desde las elecciones de 1991, y sus marchas a la ciudad de México, alegando fraude electoral, empezó a ganar reflectores de los medios nacionales y desde entonces entró en contacto con Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, quienes lograban destrabar los conflictos, mediante apoyos económicos y logísticos para los manifestantes.

En 1994, el presidente electo Ernesto Zedillo, ofreció a Andrés Manuel, ser el candidato a la gubernatura de Tabasco por el PRI, en alianza con el PRD. Desde entonces, conoció a Esteban Moctezuma. También a José Agustín Ortíz Pinchetti.

En 1996, Obrador logra la presidencia nacional de PRD y a partir de ahí, empiezan sus recorridos por todo el país, así como el crecimiento exponencial del PRD, como gobierno en entidades y en la capital del país, legislaturas federales y locales.

Con éstos antecedentes, habiendo gobernado la ciudad de México y habiendo sido candidato presidencial en tres ocasiones, sin duda, Andrés Manuel conoce México y México conoce a López Obrador. Hasta las piedras lo conocen.

¿Que podían hacer frente a él, Ricardo Anaya y José Antonio Meade? NADA.

Ingenuo fue pensar, que le podían ganar.

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