A 75 Años de la Erupción del Volcán Paricutín en Michoacán

con información de excelsior.com

Aunque ya no quedan muchos testigos de la erupción volcánica de 1943 en el pueblo de Paricutín, Michoacán, quienes han logrado recoger la memoria de sus padres o abuelos, señalan que el nacimiento de esta estructura geológica hace 75 años siempre fue considerada como una “maldición” o un “castigo”.

Lo que para muchos fue un fenómeno natural nunca antes visto, para otros significó una tragedia que se prolongó durante años: los dos mil habitantes del poblado donde nació el volcán tuvieron que dejar sus viviendas, sus tierras y su cultura para refugiarse y comenzar de nuevo en otros municipios de Michoacán.

Gabriel Anducho Campoverde, edil y uno de los habitantes de esta comunidad indígena purépecha, recuerda que el general Lázaro Cárdenas, —aunque ya no era presidente de México— junto con el gobernador de Michoacán, Félix Ireta, ofrecieron a los desplazados tierras en Tabasco y Baja California; sin embargo, algunos de los pobladores del municipio de San Juan Parangaricutiro decidieron irse a Uruapan y Ario de Rosales, también en Michoacán.

“Ese monstruo vino a cambiar toda la geografía de esta parte del estado de Michoacán pero, sobre todo, a transformar a la sociedad”, consideró Gabriel Anducho Campoverde.

A la postre, ni la mitad de los habitantes regresaron al poblado, porque la lava recorrió cerca de diez kilómetros y cubrió gran parte del territorio: de acuerdo con geólogos, el volcán estuvo activo durante nueve años y 11 días.

Campoverde, quien actualmente es el edil de Nuevo San Juan Parangaricutiro, recuerda cómo su papá le narraba lo sucedido la tarde del 20 de febrero de 1943, año en el cual sus padres se casaron.

“Gente todavía sigue considerando al volcán Paricutín como la maldición o la desgracia de ese tiempo porque arrasó con todo: ganado, siembras, transformó vidas, dejó sin un patrimonio a nuestros padres y abuelos que tuvieron que empezar una nueva vida en el pueblo de Nuevo San Juan Parangaricutiro”, afirmó.

Los mayores del pueblo ahora dicen que no quieren ir a ver el volcán, no tienen nada que verle, porque trajo desgracias, pero los jóvenes, los niños, las nuevas generaciones ven ese episodio de la historia de Paricutín como un acontecimiento que trajo “progreso para el pueblo”.

“El habernos trasladado a una distancia muy corta de Uruapan también nos benefició por el progreso hacia la población, aunque hay que pagar el costo del progreso: la pérdida de la identidad purépecha”, consideró el edil.

La población de este municipio intenta recuperar la cultura de sus ancestros, la cual se vio mezclada con la de otros municipios.

A pesar de que ya pasaron 75 años desde la erupción volcánica, en Paricutín sigue llegando turismo; sin embargo, no se ha realizado un proyecto que, de manera sustentable apoye la conservación de las ruinas del pueblo y su naturaleza.

“Hace año y medio otro rayo destruyó una columna (de la iglesia) y dañó otra parte, desgraciadamente o afortunadamente nosotros no le podemos poner mano (…) creo que es la instancia nacional quien debe intervenir para la conservación de ese monumento, pero desafortunadamente por la lentitud del INAH no se ha podido ver la restauración”.

Insistió en que es triste ver como las ruinas del antiguo pueblo se deterioran no sólo por la naturaleza, sino por la mano del hombre y el olvido, así como la falta de reconocimiento histórico a nivel nacional.

El ayuntamiento busca que se pueda crear un corredor turístico para que se conserven las ruinas y, tanto la población como las autoridades, impidan el vandalismo.  Además, un andador gastronómico y de venta de artesanías locales que detone la economía del municipio.