Código Tlaxcala
“Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”. Kofi Annan
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Y Nosotros, ¿Cuándo?

Por desgracia, no hay día en Tlaxcala, de hecho en todo el país, en que no leamos, escuchemos o miremos ya sea en la televisión o en las redes sociales que asaltaron, robaron o asesinaron a alguien. Ya sea en su propia casa o en la calle, en su auto o en el transporte público.

Las estadísticas de delitos y homicidios crecen, pese a que hay quienes no presentan la denuncia ante las autoridades pues se sabe que es un verdadero martirio acudir a un Ministerio Público a denunciar que hemos sido víctimas de la delincuencia.

Y a pesar de que muchas veces las autoridades de los tres niveles de gobierno niegan la existencia de delincuencia organizada en sus demarcaciones, lo cierto es que existe en mayor o menor medida y los ciudadanos de a pie lo sabemos.

No es necesario la existencia de un cártel para que se hable de delincuencia organizada. La simple presencia de un grupo de más de dos integrantes que se dedique a delinquir, creo, es suficiente para saber que existe y que, obvio, están organizados.

La delincuencia, organizada o no, solo puede hacer grandes estragos en una sociedad desorganizada, como es el caso de México. Una sociedad cuyo gobierno solo ve como solución el uso de la fuerza para resolver el problema de la inseguridad no tiene muchas esperanzas.

Es imposible la existencia de una delincuencia organizada en una sociedad que sí está organizada.

Una sociedad en la que sus legisladores solo luchan por lograr determinadas posiciones dentro de la estructura de gobierno y olvidan del bien común y del bienestar de los ciudadanos, contribuyen en gran medida a que los intereses mezquinos hagan su aparición en la sociedad.

Una sociedad donde su clase empresarial solo contempla la ganancia económica a costa de lo que sea, cava su tumba, tarde o temprano recibirá los efectos por los actos de omisión que comete.

Una sociedad en la que los medios de comunicación se concentran a ser solamente los testigos de todo lo que acontece en la sociedad, sin asumir ninguna responsabilidad, son los que alimentan en gran medida la existencia de grupos delincuenciales por la ausencia total de valores que vinculen a todos los miembros de la sociedad.

Una sociedad en la que las instituciones de educación no instruyen adecuadamente a los estudiantes, es decir, no aprenden a pensar, a mirar, a imaginar, entonces, se creará una sociedad robotizada que suele ser efecto de las circunstancias y no creadoras de ellas.

Una sociedad en la que los grupos religiosos solo luchan por tener más adeptos a costa de lo que sea y que solo trasmiten la resignación y a esperar la gloria en la vida eterna, está condenada a padecer el verdadero infierno aquí en la tierra.

Una sociedad en la que la clase intelectual solo se dedica a hacer sesudos análisis de la problemática social sin aportar la luz para un camino más luminoso, está condenada a padecer los dictados del monstruo que nos gobierna y del cual también somos parte.

Una sociedad en la que se le enseña a las clases menos favorecidas a esperar soluciones mágicas de un gobierno desorganizado y carente de un proyecto de nación, está condenada a sufrir los efectos de la ignorancia.

Los grupos de la delincuencia organizada son tan fuertes como débiles sean los lazos que unen a la sociedad.

Aquella frase de que “los delincuentes son los menos, nosotros somos más” cae al vacío cuando nosotros los “buenos” no estamos organizados.

Lo que realmente necesitamos en el país es un proyecto que nos una a todos bajo propósitos comunes.

Necesitamos crear un proyecto en el que todos estemos de acuerdo, tanto gobernantes como gobernados, en el cual podamos pugnar por el bien común y el bienestar de todos.

Necesitamos identificar las verdaderas causas que dan origen a los grandes problemas sociales y crear las condiciones para que todos asumamos la responsabilidad que nos corresponde.

Otros países en el mundo han resuelto los grandes problemas sociales, cierto que no en el corto plazo, pero al final han logrado ponerse de acuerdo, y nosotros ¿cuándo?

Recuerden que: “Los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país”. Thomas Macaulay.

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