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La pregunta del supermartes 2020 es si podrá repetir Trump el milagro de 2016. ¿Revertirá en los estados su tremenda desventaja en el voto nacional? Pudiera, los milagros existen. Aunque a juzgar por los indicios de las últimas encuestas, para seguir en la Casa Blanca necesita de un auténtico súper milagro.
En efecto, a la apertura de las casillas el promedio de encuestas nacionales calculado por el sitio Real Clear Politics concede al candidato demócrata 6.7 puntos arriba del presidente. Ergo, si la elección fuera por voto universal Joe Biden ganaría el Super Tuesday por más de 5 millones de votos.
Se estima que Biden obtendrá el doble de la ventaja que la Clinton le sacó a Trump hace cuatro años (2.8 millones de votos). El presidente la tiene más difícil esta vez, debido a la cantidad inusual de votos anticipados por correo, casi 100 millones (en torno a dos tercios de la votación esperada), un récord atribuible a la pandemia. Téngase presente que en 2016 votaron 130 millones y el máximo histórico de participación se dio en 2004, la primera elección de Obama, cuando sufragaron unos 150 millones.
Sin embargo, la suma nacional de votos no basta para ser presidente de los Estados Unidos. El sistema electoral de la democracia más libre, exitosa y perdurable reclama que la popularidad del candidato ganador esté bien repartida en la geografía estadunidense, al fin de representar (sobre todo) a los estados del pacto federal. Para ganar, un candidato presidencial debe conquistar al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral, esto es, el 50.2% de los asientos (el candidato que gana la votación estatal se queda con todos los del estado, sólo hay reparto proporcional en Maine y Nebraska). Es ley de ellos -y hasta ahora ha funcionado mejor que a otras naciones las nuestras.
Así las cosas, las votaciones locales concentran la atención de las casas de campaña, la prensa, los apostadores, los curiosos y los lectores de diarios y portales. Son menos de una decena las que importan, pues a estas alturas la gran mayoría de los estados se halla prácticamente predefinida (por la tradición y las tendencias).
Esos pocos “estados púrpura”, bisagra o pendulares, cuya lealtad partidista suele ser frágil y fluctúa con cada elección, decidirán si Trump sigue o será Biden el nuevo huésped de la Casa Blanca. Se pueden contar con los dedos de las manos, en orden a su importancia para la elección de hoy: Florida (29 delegados), Pennsylvania (20), Ohio (18), Georgia (16), North Carolina (15) y Minnesota (10), más Texas (38 delegados), un estado tradicionalmente republicano aunque ahora equilibrado lo mismo que Arizona (11).
Una aproximación al campo principal de la batalla o top battleground, la ofrece la misma encuesta de NBC-WSJ del 31 de octubre que otorga a Biden 10 puntos de ventaja en la preferencia nacional, pero sólo 5 puntos en el frente global de los estados cruciales. Dado un margen de error de 3.5% (intervalo de 7 puntos), hay empate estadístico en la zona cero de la elección.
El dato anterior es completado por la encuesta de Trafalgar Group, uno de los pocos que previó el milagro de Trump en 2016 al acertar su pronóstico de que el presidente derribaría la “muralla azul” (color demócrata desde el año 2000) de los norteños Penssylvania, Michigan, Wisconsin y Ohio, como hizo.
El pack Trafalgar de ocho estados que incluye Nevada (10 delegados), presenta empates técnicos en todos, con una diferencia máxima de 3.3% puntos en Florida. La cadena NBC News encuestó el mismo pack que Trafalgar y asimismo con resultados parejos, salvo en Michigan donde la ventaja de Biden sí excede el intervalo de error muestral.
Al respecto conviene echar un ojo a algunas encuestas estatales. Me permito reproducir algunos gráficos de los estados donde se juega la presente batalla por la presidencia de los Estados Unidos (tomadas así como las anteriores del acucioso seguimiento para televisión del escritor y periodista Jaime Bayly). Trump parece tener perdidos Michigan y Wisconsin. Para ganar, está obligado a no perder ninguno de los primeros tres y quedarse con seis de 7 estados (abajo) que suman 147 lugares en el Colegio Electoral. Luce difícil, casi sacarse la lotería.
En favor de la improbilidad estadística juega empero el “voto oculto”, la posibilidad de una masa bastante de electores que hayan decidido esconder su preferencia a los encuestadores. ¿Quién escondería su intención, si no un elector de Trump, el candidato confrontado con los poderosos medios de comunicación, la burocracia y los políticos profesionales? Además, los partidarios de Trump se vieron más entusiastas en la recta final y posiblemente acudirán a votar en mayor proporción que los simpatizantes de Biden.
A lo apuntado agrego que si tuviera un millón de dólares y me pagaran 1.1 por 1 dólar, lo apostaría todo al caballo Trump. No puedo evitarlo, mi simpatía está con los que intentan lo que a los demás nos parece imposible.
TEXAS (38 VOTOS)
FLORIDA (29)
PENNSYLVANIA (20)
OHIO (18)
GEORGIA (16)
NORTH CAROLINA (15)
ARIZONA (11)