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-¡Pero por qué está tan barato, pos que es robado o qué! –exclama con alegría la mujer ataviada con ropa humilde, huaraches de hule, blusa decolorada, pantalón raído.
-No, señora, ni lo mande Dios. Está es una tienda comunitaria, no hay intermediarios, por eso está barato –explica Angélica María Cedillo Sarmiento, todo su rostro una sonrisa, obviamente contenta de su labor.
Angélica María es esposa de Paco Román, el dirigente nacional de la Central Campesina Cardenista Democrática (CCCD), y también a ella le dicen con gusto Líder las amas de casa que se aglomeran cual abejas golosas en torno a la tienda comunitaria izada en medio de la plaza de Santo Toribio Xicohtzinco, Tlaxcala.
Embarazadas, madres jóvenes, jovencitas, niñas, matronas, las mujeres llegan en romería al zócalo por todas las bocacalles, muchas con delantal, en gran número montadas en bicicletas de cuyos manubrios cuelgan bolsas de hule para surtir la despensa de sus hogares.
Se arremolinan festivas, intercambian miradas de complicidad, como incrédulas de que no tendrán que escuchar discursos ni agradecer a ningún funcionario el sencillo beneficio que este fin de semana les permitirá ofrecer una jauja básica en sus mesas a hijos y maridos.
Desde temprano, las y los cruzados de Angélica María montaron la tienda que pronto –la buena nueva corrió como pólvora de boca en boca- reunió en torno a personas de todas las edades y la misma condición humilde. Puro pueblo.
El panal comunitario ofrece a la gente siete frutas, verduras varias, huevos benditos, aceite vegetal, papel higiénico, productos que harán más llevadera la lucha diaria de los trabajadores del campo y del pueblo de Xicohtzinco, de sus mujeres y chamacos que desde niños tienen que luchar de veras duro para salir adelante.
De donde la alegría, las risas y sonrisas de todas las edades, la hermandad renacida, la comunión concitada por los anaqueles, las cajas y los colores de las frutas al amparo del toldo de la CCD.
En medio de la romería, Angélica María y sus auténticas cruzadas contra la necesidad no paran, a todas y todos atienden con paciencia y diligencia, llenas ellas mismas de íntima satisfacción por hacer tanto bien –sencillo aunque invaluable- al prójimo.
Un cartel exhibe los precios reales de los bienes, muy inferiores en algunos casos a los que cobran las tiendas de abarrotes y supermercados: el kilo de naranja a $5, jitomate, plátano y mandarina a $6, jitomate y papaya a $7, calabacita y chile cuaresmeño a $10, y así por el estilo los demás productos.
Pregunta una clienta al marcharse con las bolsas llenas de mandado, cuándo y dónde será la próxima vendimia, y al enterarse que aquí mismo, en la plaza de Xico “todos los sábados a partir de hoy”, esboza al despedirse una sonrisa deliciosa…
De vuelta a la redacción recordamos el juicio plastificado del secretario del ayuntamiento de Santa Cruz Tlaxcala: “Paco Román no es panista, los panistas no hacemos esas cosas”.
Coincidimos en que para algunos que se sirven con cuchara grande del erario, todo lo que sea apoyar con dinero público a los de abajo es algo horrible a lo que con desprecio indisimulado llaman “populismo”…