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Por un INE democrático, imparcial y decoroso

El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, junto con Ciro Murayama Rendón y Edmundo Jacobo Molina, secretario general, ejercieron durante largos años un control extralimitado, dispendioso y faccioso de la entidad encargada de organizar los comicios en México. Su salida, así como el arribo de los nuevos consejeros Rita Bell López Vences, Jorge Montaño Ventura y Arturo Castillo Loza, además de Guadalupe Taddei Zavala, quien asume el cargo de consejera presidenta, representa un momento auspicioso para el INE, para la vida republicana y para el desarrollo democrático del país.

Cabe recordar que, a contrapelo de la Constitución, que establece la existencia de tres poderes como máxima representación de la institucionalidad política mexicana, Córdova Vianello y sus correligionarios integraron un “poder electoral” que asumió funciones legislativas, administrativas y hasta de fiscalización, fue la única autoridad que ejerció la censura, se inmiscuyó en la vida interna de los partidos, se arrogó facultades para vetar o imponer candidaturas e impuso, en suma, una tutela autoritaria en todo lo vinculado a comicios y hasta con el desarrollo de las tareas de servidores públicos y representantes populares.

Por añadidura, desde su tránsito de Instituto Federal (IFE) a Nacional Electoral, el INE fue administrado con opacidad, dudosa probidad y nulo sentido de responsabilidad administrativa, concentró miles de millones de pesos en fideicomisos para beneficiar a altos directivos y dejó de justificar cientos de millones de recursos recibidos, como informó recientemente el titular del Órgano Interno de Control (OIC) de la institución, Jesús George Zamora.

En el ejercicio de 2019, por ejemplo, esa ins-tancia detectó gastos escandalosos e injustifi-cables y la “no localización” de 17 mil 355 bie-nes muebles con valor de inventario de 126 millones de pesos, entre equipo de cómputo, vehículos, mobiliario, enseres de oficina, apara-tos de telecomunicaciones, plantas de energía, material fotográfico y videográfico, entre otros.

Una expresión particularmente ofensiva de ese desaseo han sido las remuneraciones desmesuradas, la vida de lujos y el boato que Córdova Vianello y Jacobo Molina se regalaron a sí mismos y a su círculo de confianza. Un caso extremo es el gasto de casi 4 millones y medio de pesos en una “asesoría” contratada por el consejero presidente saliente para la elaboración de su informe de labores, una tarea que habría debido corresponderle a él mismo y a su costosísimo equipo de asesores de planta.

En suma, en el INE se ha violado en forma contumaz el artículo 134 de la Carta Magna que ordena a todas las instituciones gubernamentales administrar los recursos públicos “con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez”.

Por otra parte, en el periodo de Córdova Vianello la institución electoral incumplió la más elemental de sus responsabilidades: la imparcialidad. Particularmente en el último cuatrienio, el INE se inclinó abiertamente por la coalición opositora formada por PRI, PAN y PRD y se convirtió, de hecho, en parte de la alianza opositora que coordina el empresario Claudio X. González. Para rubricar esa coalición tácita, el último acto de Córdova Vianello como consejero presidente fue gestionar el carpetazo a la investigación sobre el financiamiento ilícito de las campañas priístas en el proceso electoral de 2012 por parte de Odebrecht. Todo ello, pese a la insistencia de quienes han controlado la institución electoral por presentarse como próceres de un proceso democratizador que ha sido impulsado más bien desde la base de la sociedad y en el que ellos han operado más bien como rémora.

Con estos antecedentes, la nueva composición del Consejo Electoral abre la posibilidad de sanear a fondo la institución, reconducirla por el camino de la austeridad y la transparencia, poner fin al derroche, la frivolidad y la opacidad que se ha abatido sobre ella, recuperar su equidistancia y su imparcialidad y convertirla en promotora de la democratización efectiva del país. Cabe desear éxito en la tarea.

 

 

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