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No Pidas si no das
Cierto que la gente está harta de las trapacerías de muchos políticos que, aprovechando el poco interés real por fiscalizar los gastos de la administración pública, se llenan los bolsillos, y los de sus allegados, con recursos que debieran destinarse a brindar servicios públicos de calidad y a paliar la pobreza.
Pero, ¿basta con decirse honesto para que los ciudadanos voten por ellos?
La mayoría de la gente entiende que la honestidad es “decir la verdad”, pero ¿realmente entiende lo que “decir la verdad” implica? Por ejemplo, si está mal mentir ¿También está mal no decir toda la verdad o no medias verdades, por así decirlo? Otros creen que retener parte de la verdad también es mentir y si no dicen toda la verdad, no están siendo honesto.
La honestidad no consiste sólo en franqueza sino en asumir que la verdad es sólo una y que no depende de personas o consensos sino de lo que el mundo real nos presenta como innegable e imprescindible de reconocer.
Aparejada a la honestidad se encuentra la integridad.
Integridad y honestidad en la conducta de los hombres son elementos esenciales de un buen dirigente. La conducta ética de los funcionarios gubernamentales no siempre ha sido cuidadosamente escudriñada, circulan normas éticas que algunos de los más poderosos no cumplen. Conflictos de interés, dádivas, compra y venta de influencia, invitaciones y privilegios incluidos.
Cuando se tiene integridad, significa que vives con moral y ética. La integridad aparentemente abarca todos los demás ámbitos de nuestra vida.
Una vez que crecemos y nos vemos obligados a enfrentarnos a la realidad, nos enteramos de que el mundo puede ser un lugar frío, duro y cruel. A medida que trabajamos nuestro camino por la vida, muchas veces despojamos a nuestros propios valores de su sitio.
Antes de poder vivir una vida con honestidad e integridad, primero tenemos que tener un buen sentido de lo que son y de lo que implican en nuestras vidas. Todos tenemos puntos de vista firmes sobre ciertos temas, como la pena de muerte, las armas de fuego y cosas de esa naturaleza. Pero mientras más grandes es la discusión de estos temas, más nos apegamos a nuestros valores.
Pero ¿qué tanto nos apegamos como ciudadanos a nuestros valores? Por ejemplo, hablando de la honestidad y la integridad, supongamos que la cajera del supermercado nos dio mal el cambio y te das cuenta ¿cuántos devolverían el dinero extra que les dio? La honestidad e integridad entran en juego y se logra una buena acción al hacer posible que la cajera recupere ese dinero.
Lo correcto y lo incorrecto forman una fuente común de disputa y lucha. Lo que es correcto y lo que es incorrecto no es necesariamente definible para todo el mundo. Esto varía de acuerdo a los códigos morales y disciplinas existentes.
Para vivir una vida basada en la honestidad y la integridad, debe saber qué son y lo que representan, y también debes vigilarlas día a día, para garantizar que no estés haciendo nada que te haga entrar en conflicto con tus propios valores o código moral.
Sí buscamos gobernantes honestos también debemos exigir integridad. Pero cuántos de los ciudadanos que hoy exigen honestidad a la clase política son honestos e íntegros en su vida personal. No podemos, si en verdad queremos un México mejor, pedir que los políticos sean honestos si nosotros no lo somos. No pidamos lo que no estamos dispuestos a dar.
Recuerde que: “El denominador común del liderazgo, es la integridad”. Rick Warren