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Las Armas de la Razón

Daniel Morcate (El Nuevo Herald), 28 Feb

Aunque conviene no aguantar la respiración, cabe señalar que el debate sobre el frenesí de las armas en los últimos días parece haber avanzado. Un estado, un gobierno y un político no sirven para nada si son incapaces de proteger a los ciudadanos a los que representan de la violencia indiscriminada. Más bien son los ingredientes con los que se cocina un estado fallido. Y en eso ha degenerado Estados Unidos debido al descontrol en la venta y el uso de las armas de fuego. La matanza de 17 personas inocentes en la secundaria Marjory Stoneman Douglas, en el condado de Broward, ha estremecido la conciencia nacional. Pero harán falta profundos cambios de valores individuales y colectivos para frenar la violencia armamentista a mediano y largo plazo.

Buena parte del mérito por haber destrabado el debate se lo llevan los jóvenes sobrevivientes del atentado en la secundaria de Parkland, sus maestros y los familiares de las víctimas. Con una mezcla extraordinaria de pasión, elocuencia y destreza tecnológica han propagado por todo el país su mensaje de #NeverAgain o #NuncaMás. A la locura general de las armas de fuego han opuesto las armas de la razón.

El energúmeno armado de turno esta vez perpetró su crimen en un colegio y una comunidad donde abundan las personas con alto nivel de escolaridad y sustanciales recursos económicos. Sus miembros están utilizando ambos elementos para librar una audaz campaña de información sobre los horrores de la violencia armamentista y desarrollando un movimiento social que, al menos en teoría, ha sacudido la complacencia de los políticos que tradicionalmente han apoyado o promovido el desenfreno de las armas.

El gobernador Rick Scott ha sido un previsible defensor de las leyes laxas que en años recientes han convertido a la Florida en un campo de tiro para fanáticos de todo pelaje. Pero ahora dice estar dispuesto a aumentar de 18 a 21 años la edad en que se permite comprar armas de fuego, propone colocar a un agente “especialmente entrenado” por mil estudiantes en cada escuela y expandir la ley que autoriza a ingresar de manera involuntaria en centros psiquiátricos a personas que representan un peligro para sí mismas y para otros. En un histórico programa de CNN, el senador pro armamentista Marco Rubio aceptó en principio reformas similares y dijo que reconsidera su apoyo a la venta de ciertos cartuchos de balas. Incluso la veleta de Donald Trump, quien carece de convicciones políticas y brújula moral, un día pareció comprometerse con aumentar a 21 la edad para adquirir rifles (aunque titubea) y exhortó a prohibir la venta de bump stocks, las culatas de recambio que usan los asesinos en masa para convertir sus escopetas en ametralladoras.

Se me dirá que estas propuestas son modestas y coyunturales y que pudieran quedarse en meras promesas. Muchos políticos que ahora las hacen, argumentan los críticos, están en el bolsillo del lobby de las armas y se desdecirán cuando el país deje de prestar atención a la matanza de Parkland. Ese riesgo es sin duda real. Pero también lo es que los políticos mencionados y muchos más han hecho un compromiso público de enfrentar la epidemia de violencia armamentista. A nosotros, los votantes, nos corresponde cerciorarnos de que cumplen lo prometido. Los cambios que proponen son muy modestos. Pero también son un paso significativo en la dirección correcta.

Es igualmente alentador que empresas influyentes estén rompiendo sus lazos comerciales con la Asociación Nacional del Rifle, cuyos dirigentes han reaccionado con sus habituales chauvinismo y bravuconería. Algunos han llegado al extremo de tildar de “oportunistas” a los miembros de la comunidad de Parkland que han llevado sus reclamos de cordura a Tallahassee y Washington. Han descalificado a sus críticos como “socialistas” y “traidores” a la Constitución. A los periodistas nos han acusado de “disfrutar los tiroteos en masa”. Y tras bastidores amenazan a los políticos a quienes habían comprado con sus donaciones millonarias. Si se consolida el rechazo a las tácticas abusivas y a la irresponsabilidad criminal de la NRA, sin embargo, esa sería otra señal importante del cambio idiosincrásico que necesita el país para frenar de una vez la violencia de las armas.

 

 

Periodista cubano.

Siga a Daniel Morcate en Twitter: @dmorca

Link  http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article202417989.html

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