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Imágenes de una Tienta en la Plaza Jorge ‘El Ranchero’ Aguilar
Reses de don Emilio Rodríguez Cumplieron con el Fierro en la Corrida del ICATLAX
En la tienta no hay arrastre, tampoco mulillas, muleros ni cabestros. Su propósito es probar la bravura de las mamás de los toros de lidia. No es trágica la tienta aunque avisa tragedia en los puyazos que enojan, sangran y debilitan a las reses bravas.
El momento más emocionante de la tienta del jueves fue el duelo de la fuerza y el arte entre un torete blanquinegro de buen trapío y el magnífico tordillo bailaor montado por Luis Pimentel.
Salió tercero el novillo de arrancada entusiasta. Celoso, embiste una y otra vez a los becerreros y maletillas que le cansan un poco. Entonces entra en acción el rejoneador, cabriolea su caballo y al relance del capotazo de un novillero clava una banderilla al astado que bufa en las ancas al centauro.
Tres o cuatro suertes más de plasticidad insuperable en torno al círculo del coso, muy dramáticas merced al tesón del torete en perseguir al centauro intentando cornearlo, arrancan exclamaciones y aplausos al tendido.
El jueves no habría tragedia mas sí hubo Forcados de Teziutlán que encabeza Juan Luis Cruz, una pandilla de valientes ataviada con grácil elegancia.
Encara un “forcado de cara” al torete sin más defensa que el pecho descubierto, y brazos y piernas con los que se adhiere a la testa encornada cual sanguijuela suicida tras resistir el impacto, al que ayudan enseguida los otros siete. Figura del incruento toreo portugués, evoca el forcado más que el matador la rudeza propia de las cosas del campo.
Vientos y timbales desgranan pasodobles sobre la arena al abrirse la puerta de cuadrillas y dar comienzo el paseíllo. Al frente va el centauro Pimentel, seguido del picador y su caballo con peto, los forcados, los novilleros, los mozos y los matadores que se ponen a ensayar junto al callejón.

Empieza la tienta el apizaquense Mario del Olmo, diecisiete años después de su alternativa en la Plaza México. En mayo cumplirá veintitrés de haberla tomado Uriel Moreno “El Zapata” en El Relicario de Puebla. José Luis Angelino, el más joven, vuelve al lugar donde se hizo matador en el 2000.
Esta vez no habría luces. Los toreros vistieron el jueves casualmente, de charro “El Zapata” y de saco y corbata Angelino.
Un maletilla precede a Del Olmo, excita y hace algunos lances a la vaquilla “Amorosa” que hinca pronto codos en la arena. Luego tienta más a fondo el torero a la res que repucha, recelosa y reservona, mas acaba envolviéndola en la cadencia bruja de su muleta.
Cuando la siente aplomarse, el matador la suelta para que los becerreros “se den las tres”, sometan y devuelvan al toril a la remolona.
Las becerras dieron en la romana un promedio de 250 kilos, confía el dueño del fierro de Atlanga en el callejón. “Posiblemente” irá al rastro, dice don Emilio Rodríguez Arroyo.
Entre faena y faena, los areneros vuelven a emparejar el suelo de la palestra.
Toca a “El Zapata” la segunda becerra, “Chispita”, una mora tatuada y muy animosa. Da vuelta a toda la plaza atraída por los gritos desde los burladeros, hasta que se animan los novilleros a salirle al paso con sus capotes bicolores.
Como todos, Uriel pide permiso al ganadero y hace la mejor faena de a pie en la tarde calurosa. Le saca pases altos y bajos, naturales y redondos, hasta que extenuada la res de tanto luchar contra el picador, el matador y el calor, decide regalar los embates postreros a los aprendices.
La tercera vaquilla es negra y se llama “Alejandra”. Desde aparecer cruza la arena como exhalación, en busca de pelea. Angelino la brinda al padrino de la tienta, el Prof. Florentino Domínguez Ordóñez, director general del SEPUEDE que agrupa al ICATLAX.
Calado el sombrero del matador, el Profe agradece de pie una ovación.
En el redondel, el matador cita a la becerra, la alegra con gritos y gestos, le saca varios muletazos que alarga en pases de pecho, la ciñe con mano de seda más cada vez para deleite del respetable que tributa al diestro una cascada de olés, a lo que corresponde el temerario con un lance de espaldas.

EPÍLOGO
Al cabo, devuelta la última res brava a los toriles, reunido para la foto del recuerdo el personal de los ICAT´s en el centro del albero, el público vuelve a vitorear al padrino de la fiesta.
Jueves sin muerte al pie de la torre franciscana, en la Tacita de Plata que vio a “El Pana” indultar al colega “Tahonero” hace ya más de una década.
Así celebró una faena más uno de los cosos más bonitos y el más antiguo de los activos en América, en el mismo lugar donde hace tres siglos se mataron por vez primera toros con motivo de la reconquista de Argelia por España.































