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El Diálogo Público de las Mujeres
En este articulo deseo ahondar en un tema que por muchos años ha sido motivo de polémica y descontento entre la sociedad en general, me refiero a la voz pública de las mujeres en pleno siglo XXI.
Respecto al tema femenino y su argumento público, la literatura y la historia ofrecen numerosos ejemplos de como – a veces violentamente y otras con indiferencia- se ha excluido a las mujeres del diálogo público. Como sociedad nos urge estar conscientes de los prejuicios que hacen que no escuchemos la opinión de las mujeres.
El primer ejemplo que nos remite directamente a esta problemática, se sitúa en la tradición literaria occidental y su primer ejemplo documentado de un hombre diciéndole a una mujer que “se calle” por que su voz no debe ser escuchada en público. Me refiero específicamente a “La Odisea” escrita por Homero.
El proceso empieza en el primer libro, cuando Penélope desciende de su habitación y mientras lo hace, encuentra a un poeta de los antiguos celtas, actuando para la multitud, él canta sobre las dificultades que los héroes griegos están teniendo para volver a casa.
A ella no le gusta y, delante de todos, le pide que cante otra cosa más alegre. En ese momento interviene el joven Telémaco: “Madre mía –dice–, marcha a tu habitación y cuídate de tu trabajo, el telar y la rueca, y ordena a las esclavas que se ocupen del suyo. La palabra debe ser cosa de hombres, de todos, y sobre todo de mí, de quien es el poder en este palacio.”
El segundo ejemplo es un tanto más familiar, ya que a veces las mujeres podía levantarse de manera legitima y hablar para defender sus casas, a sus hijos, a sus maridos o los intereses de otras mujeres. Es decir en este segunda circunstancia, las mujeres consiguen hablar en público, porque actúan como portavoces de otras mujeres.
Lo que trato de subrayar no es la ideología particular de una cultura distante del la voz femenina, sino de la tradición del habla en función del género y de la que todavía somos herederos.
Es urgente comenzar a crear una tradición que desafié en forma directa los conflictos y paradojas sobre la naturaleza del discurso femenino y masculino; sacar a flote todos los cuestionamientos que como sociedad hemos ido archivando, acerca de; ¿Cómo hablamos en público?,¿Porque una voz es más adecuada que otra y a quien pertenece esa voz?.
Necesitamos revisar con detenimiento lo que entendemos como voz autorizada y como hemos llegado a construirla.
Necesitamos resolver eso antes de decidir cómo nosotras, las Penélopes modernas, podemos responder a nuestros Telémacos o, si vamos al caso ser portavoces de una generación que pregona “igualdad”.