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Del Verbo Pausar /Marcos Marín Amezcua (España)

 

“Un comentario”, dijo López Obrador que, por ser desafortunado pero así fue, ha desencadenado una batahola innecesaria en ambas orillas del Atlántico, desconociendo hasta el momento el alcance de ese pausar las relaciones entre ambos países. Es tan extraño como los encabezados del telediario nocturno de TVE diciendo “López Orador carga contra España” o que se azuza la Leyenda Negra.

Haya paz y no se saquen las cosas de contexto ni se desquicien, no sea que se haga una lectura muy equivocada que no se requiere.

Nos ha cogido a todos por sorpresa al aludir el mandatario a que la mala relación de su gobierno con algunas empresas transnacionales españolas –en desacuerdo con su política económica de cesar contratos, limitar concesiones y cuestionando las existentes, acusándolas frecuentemente de leoninas, turbias y obtenidas de forma escandalosa en sexenios pasados, como lo saben muchos mexicanos y en el camino, obligándolas a pagar multimillonarios impuestos atrasados como pasó ya con la banca afincada aquí– es que le parece que ameritaría mejor, acaso, esperar al cambio de gobierno para entenderse con otro, lo cual implica esperar 3 años y mete, de ahí sí su error, en el mismo saco a cosas tan distintas como las relaciones bilaterales que son mucho más amplias, profundas, dinámicas al ser dos países mutuamente estratégicos y son más que el creciente diferendo con una ¿decena? de empresas españolas transnacionales.

De ellas decía el corresponsal de TVE que las alusiones eran supuestos. Lamentablemente, no lo son.

En Bruselas, el canciller Albores declaró este jueves que su nación ‘rechaza tajantemente descalificaciones contra España’. FOTO EFE/elconfidencial.com

 

Distinguiendo López Obrador entre gobierno español, pueblo español (loado, por cierto) y esas empresas, y poniendo por precedente la real y no de leyenda “promiscuidad económica” entre ciertas empresas españolas de la mano de los gobiernos de ambos países, es que podemos fechar la bola de nieve entre 1994 y 2018. Todos sabemos los nombres de los ejecutivos de ambas naciones en ese periodo. López perfectamente recalcó dónde está el punto de colisión.

Así, no le falta razón al ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, acerca de externar su sorpresa ante la declaración de López Obrador que ha reproducido El Imparcial. Máxime que el gobierno español no ha hecho algo que motive esa drástica decisión del gobierno mexicano, apunta, y porque no ha recibido un comunicado de tal que pause la relación bilateral. Yo añadiría que eso… cuando sepamos en ambos lados del Atlántico, qué signifique pausar.

López Obrador habló el miércoles 9 de febrero en 2 horas y media dedicando minutos a esto (véalo aquí entero [min 1:56 y sigs.) siendo verdad que no es un tema con el gobierno español, de momento, como bien señala Albares, pero podría serlo si ha de defender los intereses de tales empresas, que sería lo conducente llegado el caso, de ser abiertamente afectadas por restricciones o cancelaciones de contratos.

El tema viene, ya le digo, rondando hace tiempo y la UE, incluso, ha tomado nota. Tampoco surgió el 9 de febrero y por supuesto que 6851 empresas españolas afincadas en México no pueden estar en el mismo saco de unas cuantas que despuntan por tamaño e influencia, aludidas por su nombre, por ciertos procederes cuestionados hace ya tiempo, mucho antes de que llegara López Obrador.

No puede negarse desde luego, que negocios turbios, los hubo. Y no pocos. En los años noventa irrumpió en América Latina un tipo de empresariado español con dos caras: la tecnológica, emprendedora, novedosa y con estrategias eficaces, pero también con una voracidad en algunos casos, nombres que todos conocemos, que encontraron gobiernos permisivos a consentirles ciertos procederes. Todos ganaban: tales potentados y el gobernante de turno que hacía concesiones desmesuradas, asimétricas. Así fueron las cosas.

Declaraciones fueron ‘una protesta fraterna’, corrigió el presidente mexicano hace una horas. FOTO aristeguinoticias.com

 

Es un fenómeno de múltiples aristas y bien sabido en España, pues hay paralelismos que comparten los dos países. Derivado de ello, por ejemplo, así como se critica a Felipe González por ocupar poltronas en empresas beneficiadas en su gobierno, fue el mismo caso de presidentes mexicanos contratados por ellas como Calderón, benefactores de tales o cuales firmas españolas, sobre todo las energéticas –esas que no puede someter el gobierno español con sus voraces tarifas eléctricas ¿le suena?– y Peña Nieto permitió constructoras que levantaron carreteras apoyadas en concesiones a 30 años o más, con casetas de cobro para el acceso con precios de escándalo. Tales ganancias no las obtenían en España.

Ha hablado López Obrador de contratos por servicios con astilleros y extractoras que alzáronse grandes dividendos por contraprestaciones sobrevaluadas. Fueron hechos reales, no leyendas.

El replantear la reforma energética vendepatrias del priista Peña Nieto ha tocado fibras sensibles y la respuesta del empresariado español no ha sido unánime. Unos apuestan por continuar invirtiendo en el sector, otros son cautos. Ahora bien, la voracidad que se reclama en México a determinadas empresas españolas transnacionales tiene por colofón al comparar frecuentemente que no queremos estar en México igual que en España con los estratosféricos pagos tarifarios, percibiéndola a España acorralada por esas mismas empresas en el marco de leyes, todo legal, claro, dadas por los gobiernos españoles anteriores.

Hace tiempo que se sigue en México y con sumo interés, el comportamiento de las empresas energéticas en España con el tema tarifario, porque nos puede pasar lo mismo, ya que tales pretenden aquí controlar más mercado y si no ha sucedido es porque no tienen mayor presencia, aún. También seguimos el curso de la estupenda denuncia “Soy mayor, no idiota” que enfrenta a una banca deshumanizada por cibernética y moderna, cuyo mismo proceder ya es visible en México, pudiendo ser aleccionador saber –si se arreglaran con los demandantes de derechos de los adultos mayores frente al uso amigable de la banca– si sus replanteamientos solo serán para España o mundiales.

En marzo de 2021, López Obrador exigió al rey Felipe VI y al papa Francisco perdir perdón a los ‘pueblos originarios’ por conquista de hace ya medio milenio. FOTO Cuartoscuro/ elfinanciero.com.mx

 

 

A esa banca española emblemática presente en México, hace una década se le puso un alto por las desmesuradas comisiones contra el ahorrador, que le permitieron afirmar que México era su mejor plaza. ¿Cómo no? cobraban aquellas lo que ni en España, hasta en 30% más como reveló un estudio del Congreso mexicano.

Por cierto, el incidente en Perú por el derrame de combustible, donde a su gobierno le está costando que la empresa transnacional española responda por tal a plenitud, es otro buen ejemplo de empresariado que se percibe voraz. Es de la clase que detesta el actual gobierno mexicano.

Así, el tema está perfectamente focalizado. Ni se carga contra España ni mucho menos.

Con tal panorama, no se escapa en México que detrás de cualquier acción de respuesta en pro de tales empresas transnacionales desde la diplomacia española, podrían activarse los mecanismos de protección (y proteccionismo) de la Unión Europea. Así que la cautela es de ambas partes –ciertas empresas españolas y el gobierno mexicano– para no trenzar las cosas y ahorcarlas. De ahí viene el mejor darse un respiro.

En todo caso, el presidente Pedro Sánchez no necesita un nuevo frente. Y tan inoportunamente abierto. La mañana del 10 de febrero, López Obrador ha dicho: “no hablé de ruptura”.

 

Título de portada, selección de imágenes y pies de foto, por CT

 

ENLACE

¿Pausar la relación México-España? /Marcos Marín Amezcua, El Imparcial (España), 10 Feb

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