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Cuando el western parecía definitivamente agotado, le reanimó y reabrió horizontes insospechados el escritor, cineasta, fotógrafo y músico Craig Zahler con Bone Tomahawk (2015), una joya que seguramente envidia Tarantino. Además de dirigir escribió el guión, para lo cual estaba bien preparado merced a una de sus novelas sobre el viejo oeste, Wraiths of the broken land (2013).
Apenas la descubrí, le he colocado en mi sección de pelis de acción favoritas junto a Pulp Fiction, Sin City y Brother (esta del no menos polifacético Kitano).
El eje es el amor absoluto como debe ser, ciego (“es todo lo que tengo”) de un valiente vaquero (Patrick Wilson) por su joven esposa (Lili Simmons), si bien lo sostiene –pues no sería western- la viril, honesta, respetuosa, antigua en suma amistad entre el sheriff (Kurt Russell) y un viejo amigo en funciones de ayudante (Richard Jenkins).
Completa con magnificencia el reparto el ex modelo Matthew Fox, en el clásico papel de tahúr elegante (“soy demasiado vanidoso para vivir mutilado”, admite moribundo) que odia a los indios porque siendo niño presenció el asesinato de sus hermanas y la madre a manos de ellos.
El humor salpica aquí y allá, sin perjudicar la tensión terrorífica, toda la trama. Como cuando el tahúr reclama, luego de confirmar la condición civil de sus tres acompañantes, el derecho a dirigir la incursión porque siendo el único soltero… ha de ser el más inteligente.
“Por esto la vida en la frontera es tan difícil, no por los indios, ni por los elementos, sino por los idiotas “, regaña en su turno la encantadora Mrs. O’Dwyer al sheriff y su ayudante por ayudar al amado esposo a llegar malherido a rescatarla hasta el infierno de la cueva del clan. Conmovedora y asimismo memorable, en la prisión de la cueva, la remembranza de las pulgas de los Anderson.
La cereza la pone Samantha hacia el final, cuando el esposo le quiere besar y ella lo evade con delicadeza al decirle que si bien le encantaría, no tendrá su boca si antes no limpia la porquería del silbato empleado para engañar a los trogloditas.
Al humor y la naturalidad característicos del género, Czar Zahler agrega un hiperrealismo pertinente que se atreve a contradecir algunos prejuicios tontos, en particular la negación del canibalismo prehispánico bien documentado por un genial y precoz cronista científico, Bernardino de Sahagún, en su monumental Historia de las cosas de la Nueva España.
La anécdota es verosímil: una tribu de antropófagos (hábito que todas las sociedades padecieron en algún momento, pero que el aislamiento continental hizo perpetuar en América hasta el Renacimiento europeo de Leonardo y Galileo) sobrevive escondida hasta el siglo xix en la frontera desértica con México.
La escena atroz del destazamiento de Nick (Evan Jonigkeit) recrea el horror que debieron experimentar las víctimas de los caníbales predominantes desde la Florida (Cabeza de Vaca) hasta Centroamérica, cuyo macabro ceremonial se reproducía unos 200 días al año en los templos de Tenochtitlán (la guerra florida de los aztecas contra huexotzincas y tlaxcaltecas tenía por fin capturar personas, no conquistar a dichos pueblos; los prisioneros eran vendidos luego en el tianguis y/o engordados en jaulas hasta el día del sacrificio -el sacerdote se quedaba la cabeza y el corazón, el ofrendador el torso que cargaba en familia hasta el calpulli, donde lo comían).
Entre otros premios, Bone Tomahawk recabó el año de su estreno el Independent Spirit a guión y mejor actor secundario (Jenkins); y a mejor director del Festival de Sitges.
Los siguientes comentarios recogidos en la plataforma filmaffinity completan mejor que un servidor la primera impresión que me causó la peli:
“Una ingeniosa mezcla de western, terror y comedia que galopa a su propio ritmo” (Jeannette Catsoulis, The New York Times).
“Encantador, extraño, bobo, impredecible y verdaderamente aterrador, a partes iguales” (Tom Huddleston, Time Out).
“Un gazpacho de géneros alegremente macabro, que reúne un emocionante sentido épico del Viejo Oeste con una sensibilidad cómica tan oscura como el tabaco de mascar” (Guy Lodge, Variety).
“Un atractivo western con tintes de terror” (John DeFore, The Hollywood Reporter).
“Dudo que haya mucho público para una película como Bone Tomahawk, pero aquellos que la encuentren pueden convertirla en un nuevo clásico de culto” (Chris Nashawaty, Entertainment Weekly).
“La sorpresa del año. Un cruce entre Sin perdón (Clint Eastwood, 1992) y La montaña del Dios caníbal (S. Martino, 1978) que no puede defraudar a nadie que tenga dos dedos debajo de su cabellera” (Jesús Palacios, Fotogramas).
“Excéntrico y brillante debut; se suponía que esto era un western, pero es, también, una película de terror (sumamente explícita) y una comedia (extremadamente sutil)” (Jordi Costa, diario El País).
Un film de culto, sin duda -aunque me temo que no lo entenderán ni podrán disfrutar algunos adoctrinados del paradójico nacionalerismo mexicano. Se halla doblada al español de España y disponible ¡gratis! en Youtube, aquí
COHETERÍA
+ Una de las buenas noticias de la elección del 1 de julio es sin duda la pérdida del registro nacional del PANAL, brazo electoral del sindicato corporativo SNTE. Es una oportunidad para avanzar en la deseable despolitización de la educación controlada por la SEP y los sindicatos. Grilla y educación no hacen buena química.
+ Las primeras declaraciones del próximo canciller, Marcelo Ebrard, son preocupantes. ¿Entienden López y Ebrard la “autodeterminación de los pueblos” y la “soberanía nacional” como se entendió durante el priato, una estrategia que mezcle la política del avestruz con el antigringuismo delirante inducido históricamente desde el propio gobierno? Así parece al anunciarse que México no moverá un dedo por los estudiantes que están siendo asesinados por militares y paramilitares del dictador-“presidente” Daniel Ortega, el exguerrillero castrista que ya superó en iniquidades al dictador Somoza; ni tampoco lo moverá el próximo gobierno por el pueblo venezolano sometido a una narco-cleptocracia. ¿Una nota diplomática de protesta violaría la “soberanía nacional” de Nicaragua y Venezuela? Entonces ¿la soberanía consiste en respaldar a los gobiernos hagan lo que hagan con la gente? Mala, pésima señal. Alguien debería recordar a Ebrard que por encima de las constituciones y leyes nacionales, hay derechos naturales y superiores de las personas (derechos humanos) cuya vigencia ha sido reconocida por México.
+ En Tlaxcala, todos los candidatos federales de MORENA obtuvieron en promedio 15 puntos más de lo previsto en algunas encuestas, incluido López Obrador (quien aquí arañó 70% de la votación). Se deduce que el voto útil de panistas y priistas (y por supuesto de los perredistas) se redireccionó en masa hacia la coalición “Juntos Haremos Historia”. Ergo, esa ventaja imprevista ilustra un doble fracaso de los estrategas de PAN, PRI y PRD. Moraleja: las encuestas no son principalmente propaganda ni publicidad subliminal, sino ante todo herramientas de previsión para la toma de decisiones.