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Aunque la Casa se Caiga… /Carlos M.R. Roberts (Argentina)
El culebrón de la guerra intestina se va poniendo cada vez más interesante. Como en las viejas historietas, cada episodio termina con preguntas que siembran el suspenso: ¿se animará Alberto a echar a los valientes camporistas que resisten en sus trincheras de ministerios y cajas del Estado?
En el intercambio de prisioneros, ¿ofrecerá a Martín Guzmán?
¿Tiene preparado un salvoconducto para que Cafierito siga su carrera declinante en la embajada de un país de lengua española?
¿Qué nuevo frente de ataque abrirá Máximo en los próximos días?
Y la cuestión más sensible e intrigante: ¿está dispuesta Cristina Fernández de Putin a usar armas químicas?

Ni el nacimiento de Francisco –cuyo nombre hace pensar que los padres se están encomendando a la intercesión divina– ni el tiempo pascual lograron aplacar la invasión de la líder del Senado a la Casa Rosada. El Miércoles Santo, la vice utilizó una recoleta ceremonia parlamentaria internacional para lanzar, arropada por el fervor de militantes llevados en jeeps y tanques, su más osada declaración de guerra: “Que te pongan una banda y te den el bastón no significa que tengas el poder”.
Yo hubiese jurado que significaban exactamente eso, que eran los atributos de mando; salvo, claro, que tu compañera de fórmula te mande a cuarteles de invierno.

Por cierto, los legisladores europeos llegados para esa asamblea en el CCK fueron testigos de cuán entretenida y singular es la Argentina de estos días. En medio del trabajo de parto, Guzmán advierte a los kirchneristas del gobierno kirchnerista que si siguen siendo kirchneristas van a tener que dejar el gobierno kirchnerista; nace el hijo del Presidente y de una joven a la que el recuerdo incómodo de atrevidas fiestas en Olivos le hizo pasar el embarazo encerrada bajo siete llaves; la vice no llega al sanatorio (privado, gracias a la prepaga privada de la que el profesor es socio), pero hace llegar flores, y 48 horas después afirma que el flamante padre es un presidente sin poder que no preside nada; se conmueve el gabinete, por Francisco, por esas palabras y por los rumores de rajes; Alberto dice que gobierna desde la suite del Otamendi y que también da la mamadera y cambia pañales, y Fabiola le dice que no puede hacer todo, que mejor se ponga a gobernar; la Argentina vota en las Naciones Unidas un castigo a Rusia por invadir Ucrania, y enseguida el embajador argentino en las Naciones Unidas agasaja en su residencia de Ginebra al embajador ruso y a los de China, Bielorrusia, Cuba y Venezuela, y juntos hacen profesión de fe de multilateralismo, doctrina que eventualmente puede manifestarse mediante la invasión a un país vecino; el Ministerio de Economía informa que está en marcha el proceso de ajustes de las tarifas de luz y de gas, que en algunos casos llegarán hasta el 200% porque ya no hay plata para subsidios, porque solo hay subsidios para los que no tienen plata, que son los que hacen piquetes y acampes para que les den más, y que el día de mañana, Dios no lo quiera, compartirán piquetes y acampes con los que ya no tendrán subsidios para la luz y el gas y entonces también andarán cortos de plata; el Indec presenta la cifra de inflación de marzo, la más esperada y la más alta de los últimos 20 años: un estremecedor 6,7%, y en alimentos, incluida la leche de la mamadera, 7,2%; Alberto y Fabiola presentan a su hijo desde el sanatorio, y Alberto confía que se siente en un oasis; o en el desierto, no me acuerdo bien.

La dinámica del conflicto parece llevarnos a un callejón sin salida; en realidad, de dos salidas: o sale ella o sale él.
Hipótesis uno: se va ella, anuncia su ruptura con el Presidente, ruptura que, para que la historia guarde simetría, debería dar a conocer mediante un tuit. Algo así: “Ya no tengo nada que ver con este gobierno, el gobierno del Fondo Monetario Internacional, el gobierno del ajuste salvaje. Renuncio a la coalición que yo misma fundé, el Frente de Todos, pero no renuncio al cargo de vicepresidenta con que el pueblo me honró. Permaneceré en mi puesto y estoy dispuesta a asumir todas las responsabilidades que los desafíos de la hora me demanden. Lo que el pueblo puso, solo el pueblo saca. En la Argentina democrática ya no se va a golpear las puertas de los cuarteles; ahora hay que golpear las puertas de la presidencia del Senado”.

Hipótesis dos: Cristina fuerza los acontecimientos, vacía de poder a Alberto, lo empuja; Alberto reúne al albertismo y sobran las sillas, pide licencia por paternidad, asume ella, los invasores festejan su victoria, vuelven los patios militantes, liberan a Milagro Sala, Massa saluda desde el balcón, nadie responde los llamados del FMI, la economía vuela, vuela en mil pedazos.
Siempre puede haber sorpresas, pero no creo que haya lugar para una tercera hipótesis, en la que el profesor se hace fuerte y resiste, con atuendo de fajina, banda, bastón y lapicera.
Incluso él ha contribuido a que lo empecemos a ver, antes que nada, como un padre solícito.
+Título de portada, selección de fotos y pies de foto por CT.
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Aunque la casa se caiga a pedazos, ¡felices Pascuas! / Carlos M. Reymundo Roberts, La Nación (Argentina), 16 Abr