2018: Prepárate Para un año de Confrontación

Editorial /Japan Times (Japón), 3 Ene

Después del torbellino de 2017, freno, calma y estabilidad son muy necesarios. Desafortunadamente, las tendencias establecidas durante el año pasado continuarán y, como resultado, es más probable que el nuevo año esté marcado por una tensión creciente y sea cada vez mayor la posibilidad de conflictos.

Nada es inevitable, las decisiones políticas determinarán lo que ocurra y lo que no, pero debemos prepararnos ahora para evitar peores resultados.

 

De preocupación inmediata es el enfrentamiento cada vez más preocupante entre Corea del Norte y el mundo, una crisis cuyas llamas están siendo avivadas por la insistencia del presidente estadounidense Donald Trump de que Pyongyang no puede adquirir la capacidad de amenazar a la patria de los E.U. El líder norcoreano, Kim Jong Un está tan determinado como Trump en su intento de lograr eso y hay una creciente probabilidad de que este enfrentamiento se ahonde en los próximos 12 meses.

No se puede permitir que la comunicación predominante entre los dos países (amenazas e insultos en Twitter junto con el intercambio de declaraciones de prensa) sustituya a la diplomacia. Las negociaciones deben tener una oportunidad.

 

La resolución de esa crisis se verá afectada por el estado de las relaciones entre Japón y Corea del Sur. La evaluación del gobierno de Seúl sobre el acuerdo de “mujeres de consuelo” ¹ de diciembre de 2015 no ha resuelto nada y simplemente ha echado por tierra esa cuestión divisiva. Corea del Sur debe decidir dónde se encuentran sus intereses a largo plazo. Creemos que la respuesta es clara: una relación sólida y de apoyo mutuo con su vecino y socio, Japón. Ambas partes deben hacer esfuerzos de buena fe para que eso sea posible, pero el gobierno de Moon Jae-in debe esforzarse por “final e irreversiblemente” resolver este problema, como propuso el acuerdo de diciembre de 2015.

Central para la resolución del problema de Corea del Norte, y crítico para el futuro de toda la región, es la relación entre los E.U. y China. Durante su primer año en el cargo, Trump abandonó la dura retórica anti China de su campaña electoral e intentó trabajar con Pekín. Ese esfuerzo ha sido en gran parte infructuoso y, como resultado, la política de E.U. hacia China es cada vez más difícil. La expectativa es que Washington asuma una línea cada vez más dura hacia China en asuntos económicos, lo que enojará al gobierno de Beijing.

 

El líder chino Xi Jinping recién se empoderó tras un exitoso 19º congreso del Partido Comunista y tiene poca necesidad -o inclinación- de aguantar tales desaires. Las líneas geopolíticas están afilándose en Asia, donde ningún país podría esquivar esa confrontación.

La consolidación del poder de Xi también tendrá implicaciones para las relaciones China-Taiwán. Las frustraciones están aumentando en Beijing ya que el gobierno de Taipei se niega a acomodar su política en el Estrecho a la del continente.² Xi ha puesto en claro su deseo de resolver “el problema de Taiwán” como parte de su misión histórica. Dado el rol de Taiwán, los problemas con Washington y la creciente impaciencia china hacia Taiwán podrían proveer combustible a la relación E.U.-China.

 

Una dinámica similar afectará a Rusia, donde Vladimir Putin probablemente gane un cuarto mandato como presidente y lo use para reafirmar con más fuerza el estatus de una Rusia poderosa. Espere que Rusia flexione sus músculos en Europa y exija una mayor participación en la política interna de los estados de Europa Central y Oriental, y en los países bálticos. El éxito de su estrategia para inmiscuirse en la política de los estados democráticos alentará a Moscú a intensificar su programa, agudizando las tensiones.

Putin también puede usar las tensiones en otros lugares como una tapadera de su propia agresividad.

 

En Oriente Medio, el califato del Estado Islámico se ha ido, pero sus soldados se han dispersado y muchos de ellos a los países de origen, donde reanudarán actividades en nombre del liderazgo del EI. IS también busca confrontar a fieles y no creyentes; los demás gobiernos no deben caer en esa trampa ni hacer que el reclutamiento sea más fácil o más aceptable.

 

Se está gestando otro enfrentamiento en el Medio Oriente, esta vez entre Irán y sus antagonistas. Mohammad bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, está decidido a rechazar cualquier desafío iraní al papel regional de Riad, respaldando guerras de poder e interfiriendo abiertamente en la política interna de los países de la región, como lo atestigua la extraña renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri.

De manera similar, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu busca contener a Irán y disminuir su influencia regional. Ambos hombres disfrutan de una relación cercana con Trump y existen temores de que sientan que tienen luz verde para proceder más enérgicamente para lograr ese objetivo.

 

Si bien las líneas de tendencia son inquietantes, ningún conflicto está fatalmente obligado. Cada uno será, en algún momento, el resultado de cálculos políticos.

Los gobiernos y otros actores deben comenzar desde ahora a crear amortiguadores y mecanismos de gestión para garantizar que cualquier crisis sea contenida. Si bien Japón se ve directamente afectado solo por algunos de estos problemas, sentirá el impacto de todos ellos. Debe estar preparado.

 

NOTAS DEL TRADUCTOR

¹ El eufemismo comfort women (“mujeres de consuelo o solaz”,) alude a un crimen habitual de los militares a lo largo de la historia, en este caso, del ejército imperial japonés que secuestró, violó y puso a disposición de su soldadesca a jóvenes en todos los territorios bajo su control durante la Segunda Guerra Mundial: en China y Hong Kong, Filipinas, Indonesia (entonces Indias Orientales Holandesas), Malasia, Tailandia, Birmania, Nueva Guinea, Macao y la ex Indochina francesa. El crimen que según historiadores nipones victimizó a unas 20 mil mujeres y según chinos a cerca de medio millón, es una herida abierta que Corea del Sur y otros países siguen documentando. Dichas esclavas sexuales fueron llamadas Japanese military sexual slavery en un reporte estadunidense de 1944, ianfu por los japoneses y wianbu por los coreanos.

² Taiwán es en cierto modo una víctima del avance del totalitarismo comunista y un rescoldo de la Guerra Fría. Cuando en 1949, cuatro años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, Mao Tse Tung se hizo del poder en la China continental, el líder republicano Chiang Kai-Shek trasladó su gobierno a Taiwán, una isla de 36 mil kmt2 bautizada Formosa (La Hermosa) por los portugueses, donde actualmente viven unos 24 millones de chinos. La ínsula está separada del continente por el Estrecho de Taiwán, y limita al este con un archipiélago japonés del océano Pacífico, las islas Ryukyu. Taiwán ostentó la representación de China hasta 1971, cuando la ONU otorgó dicha calidad a la inmensa China continental. Cuando Estados Unidos reconoció al gobierno comunista en 1979, también se comprometió a defender la existencia de Taiwán. Dada su ambigua situación, Taiwán es reconocida actualmente por sólo 20 países, aunque en realidad sostiene relaciones comerciales con muchos más.

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Notas y versión en español del editorial Prepare for a year of confrontation, publicado este miércoles 3 de enero por el diario japonés Japan Times, por X. Quiñones.