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Yuriria Sierra /Excélsior (México), 11 Ene
Miguel Ángel Osorio Chong se fue de la Secretaría de Gobernación. Era el último de esa lista de funcionarios que llegaron al gabinete al iniciar el sexenio. El único, al menos, que no se movió de su cargo sino hasta ayer, cuando en un evento en Los Pinos agradeció al Presidente y éste le reconoció su dedicación. Palabras de amigos, pues el país se queda con los peores números en materia de seguridad. Cifras de homicidios, desaparecidos y tortura en máximos históricos. 23 mil 101 carpetas abiertas por homicidio doloso, según cifras oficiales, durante los primeros once meses de 2017. La más alta en los últimos 20 años. Incluso superior a cualquier año del sexenio de Felipe Calderón, cuando inició el combate frontal al crimen organizado.
Lo mismo ocurrió en materia de desaparecidos. Hace un par de años hubo un desencuentro con organizaciones civiles, pues la Secretaría de Gobernación no era, no fue, capaz de generar datos confiables sobre el número de desaparecidos en el país. Hace unos meses, Data Cívica le dio una lección al respecto y puso nombre a los más de 31 mil ciudadanos que hoy son buscados en todo el territorio nacional. Una base de datos que, además, evidenció mala organización, pues los datos de las familias no coincidían con los registros oficiales. A veces el nombre, otras la foto o el estatus.
Osorio Chong también deja en Segob el fracaso de la incorporación de los cuerpos de seguridad, que además tiene pendiente la creación de la Gendarmería, una de las máximas propuestas al inicio del sexenio.
El ahora exsecretario de Gobernación se va con el aplauso del Presidente, como mero consuelo tras no lograr la candidatura que sentía en sus bolsas. Y se va rumbo al Senado, en donde, de lograr el escaño, tendría, al menos, seis años de fuero y la posibilidad de reelección.
¿Por qué darle esa oportunidad a un funcionario, el más añejo del gabinete, que dio los peores resultados? En su lugar queda Alfonso Navarrete Prida, quien estaba en la Secretaría del Trabajo. Y en lugar de este último, aparece Roberto Campa.
Lo mismo sucede con Luis Miranda, el ahora exsecretario de Desarrollo Social. Se fue para buscar lugar en el Congreso. En su puesto queda Eviel Pérez Magaña, quien se despachaba como subsecretario de Desarrollo Social y Humano. A Miranda lo recordamos por episodios tan penosos como “Viven en casas de cartón y en condiciones de promiscuidad…”, cuando se refirió a los índices de pobreza en su última comparecencia en el Congreso como parte de la glosa del informe de gobierno de Peña Nieto. Y junto a esta frase, queda también aquella otra desafortunada: “No estudié siquiatría para entenderla a usted…”, que le dijo a la diputada Araceli Damián. Miranda, otro que quiere fuero y reelección.
Previo al anuncio, se hablaba también de la llegada de Rosario Robles y Gerardo Ruiz Esparza a la carrera por un escaño en el Senado. Aún hay tiempo del anuncio, pues la convocatoria priista vence mañana. Pero hablamos de Ruiz Esparza, el mismo que calificó como un “mal momento” la muerte de un padre y un hijo, quienes cayeron en el socavón del Paso Exprés de Cuernavaca, y quien a pesar de las irregularidades que se evidenciaron con este trágico acontecimiento, permaneció en su puesto y defendió el proyecto.
Hace unos días, The Financial Times reconocía la maquinaria priista como una estructura difícil de vencer. Le daba el triunfo en los comicios a José Antonio Meade, precisamente por estar apoyado en ese monstruo electoral que lo respalda. Sin embargo, con el paso de los días, con el avance de la precampaña, parece que esa misma maquinaria se convierte en un obstáculo que opaca la imagen de esa figura de trayectoria intachable. La maquinaria priista si bien, querámoslo o no, es el patrón bajo el que funcionan las maquinarias de los otros partidos, no le ha dado a Meade margen de maniobra que lo ponga por sobre los intereses del partido.
A Meade lo vemos obligado a caminar junto a los sectores más anquilosados de ese PRI viejo. Entendemos que la candidatura necesita la maquinaria, pero los tiempos exigen nuevas estrategias. Bien podrían haber diseñado otras vías y recurrir a otros personajes para cerrar acuerdos.
Que Osorio, Miranda, Robles y Ruiz Esparza puedan aspirar a un escaño en el Senado, tal vez le sumará operación política, pero a la campaña le suma nombres de personajes que van en dirección contraria a lo que, dicen, es la nueva propuesta del tricolor.
Sería bueno y mucho más propositivo que le dieran a Meade la oportunidad de operarse a su manera, con los aliados que elija. Sería bueno que no lo obligaran a andar de la mano de quienes representan todo lo contrario. Después de todo, ésa fue una de las razones por las que se le eligió como abanderado: su capacidad para generar acuerdos y diálogo, desde un lugar muy ajeno a la tan dañada marca tricolor. Como para que le pongan estos pesados costales en la cintura cuando va nadando para tratar de alcanzar al puntero en las encuestas…
Se la ponen, literal, en chino.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/2018/01/11/1212950