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Nicolás Maduro ante la tormenta perfecta /Pedro Paul Betancourt, El Nuevo Herald (E.U.), 20 Abr
La crisis humanitaria, de salud y económica desatada por el coronavirus y el desplome de los precios del petróleo, están impactando al mundo entero. Pero azotan a Venezuela con una furia incontenible y sin tomar en cuenta la crispación social que implica vivir en dictadura con todas tus libertades cercenadas.
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La economía del país se ha contraído en más de 70% en los últimos años. El PIB tuvo una contracción alarmante del 35% en 2019 según el Fondo Monetario Internacional, y se espera una baja de 15% adicional para este año. El país enfrenta la hiperinflación, escasez de bienes básicos y los salarios más bajos de América Latina. Pero a Venezuela, la vertiginosa caída del precio del petróleo la golpea aún más.
En los últimos 12 meses, el precio del barril de petróleo de la OPEP ha descendido un 70%, rondando actualmente los $20 por barril, a pesar del recorte de producción acordado por la OPEP+.
Esto implica que extraer petróleo venezolano se hace a pérdida, por lo que la producción se ha desplomado. Sumado a la precaria situación económica, el régimen de Nicolás Maduro se ha quedado sin la capacidad de producir o importar gasolina. Las filas en las gasolineras son kilométricas. El mercado negro de soborno para comprar en divisas extranjeras a los militares que las custodian, genera mayores tensiones. La indignación se siente a flor de piel.
Ante este complejo panorama, el régimen debe hacerle frente a la pandemia, y Maduro y sus secuaces a los cargos imputados por Estados Unidos en su contra. Fichado como narcoterrorista, pesa una recompensa de $15 millones por información que lo lleve a la cárcel. Buques de la marina estadounidense rondan las costas venezolanas. Estados Unidos ha llevado el tema de lo político a lo jurídico para asegurar que haya dolientes.
Esta es la tormenta perfecta. El colapso económico, la evidente falta de capacidad del régimen para enfrentar la pandemia, las efectivas sanciones y las deserciones que las recientes acciones de EEUU puedan generar entre la élite militar, podrían desembocar en un estallido social que genere un punto de quiebre. Y podrían poner a Maduro de rodillas para negociar su salida. Ese es, sin lugar a dudas, el mejor escenario posible.
Sin embargo, Maduro es testarudo y hábil. El narcotráfico y el contrabando de oro siguen alimentando sus arcas. La asesoría de cubanos y los intereses geopolíticos de naciones no democráticas como China y Rusia, son evidentes.
Rusia, su más fiel colaborador, lo continúa oxigenando y ha venido al rescate de Maduro. La petrolera rusa Rosneft llegó a exportar el 80% del crudo venezolano a principios de año, ayudando al régimen a violar las sanciones de EEUU.
En una inesperada movida para proteger sus negocios a nivel mundial, Rosneft traspasó el 100% de sus acciones a una empresa recién creada y de propiedad del Kremlin. Esto, al revés de su interpretación inicial, no es una retirada ni mucho menos un alejamiento del régimen de Maduro. Es, por el contrario, un aumento de su presencia e influencia política en Venezuela y en toda la región.
Por otra parte, según Bloomberg, dos ex empleados del gobierno ruso están al frente de una compañía desconocida con base en Holanda, que se ha convertido en la empresa mixta con mayor producción petrolera en el país. Esta empresa no está sancionada.
También han entrado en escena empresas europeas, misteriosas compañías mexicanas y viejos aliados del régimen que están canjeando combustible por crudo para tratar de aliviar la crisis. Además, tanqueros sancionados de PDVSA han navegado rumbo a Cuba, con crudo y combustible refinado. Como si los venezolanos no lo necesitáramos.
Y entre los europeos hay que destacar a los españoles. Según PanamPost, las coimas a Podemos y al PSOE lograron mucho: acceso de la droga venezolana al mercado europeo, lavar dinero del narcotráfico a través del Banco de España y cabildeo contra las sanciones ante la Unión Europea.
¿Qué conclusiones sacamos, entonces?
Las sanciones impuestas por la administración Trump han sido efectivas para debilitar a Maduro y su cúpula de criminales. Pero este es el momento de acelerar su caída con acciones contra aquellos que realmente lo apoyan. Y en paralelo, los venezolanos debemos lograr organizar una resistencia real y efectiva que sea capaz de quitarle el sueño a Maduro y a sus cómplices.
▪ Está claro que los rusos están para quedarse en Venezuela y en el petróleo, apoyando al régimen. Su meta es competir en la zona de influencia geopolítica natural de Estados Unidos y no necesariamente con un rédito económico inmediato.
▪ Los españoles. Sanciones contra aquellos en el Estado y su red, que se han beneficiado del narcotráfico de Maduro y que han permitido que el régimen siga oxigenándose.
▪ Sancionar a las navieras y los “transportistas” de petróleo o sus derivados que no cumplan con las sanciones impuestas.
▪ ¿Y las petroleras americanas que todavía tienen presencia en el país gracias a una exención? El 22 de abril se vence el plazo para que el gobierno de Trump decida si va a extender la licencia que permite a las cinco petroleras americanas todavía presentes en el país que continúen. La realidad es que su salida no impactaría las arcas de Maduro. Al contrario, deja un espacio libre para ser llenado por los rusos, los chinos o la misma PDVSA, quienes no tendrían que invertir ni un centavo inicialmente, y estarían sentados en un valioso activo a futuro. Además, en un año electoral y frente a una recesión económica, perder más empleos en una de las principales industrias de EEUU, no le convendría a Trump.
La geopolítica se trata justamente de tener presencia (económica, comercial, financiera, política, cultural, etc.) en las zonas geográficas de interés. Retirarse para dejarle la silla al enemigo no es una opción en el tablero geopolítico. Es por el contrario, la hora de apretar las tuercas como decimos en Venezuela.
Link https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article242147146.html