Código Tlaxcala
“Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”. Kofi Annan
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Los Mismos de Siempre

A los partidos políticos se les puede definir como “organizaciones que se caracterizan por su singularidad, de base personal y relevancia constitucional, creadas con el fin de contribuir de una forma democrática a la determinación de la política nacional y a la formación y orientación de la voluntad de los ciudadanos”.

Agustín Basave Fernández del Valle, dice que “se nace en una familia, en un municipio, en una nación, pero no se nace en un partido político… son el medio idóneo, en nuestro tiempo, para canalizar y simplificar la opinión diversa que requiere representación en el gobierno. Es posible que esta canalización y simplificación traicione, en grado mayor o menor, el principio de exacta representación de todas las opiniones”.

El partido debe servir para “recoger y organizar las instancias, las ideas, los proyectos, las propuestas que se elaboran en la sociedad civil, de sintetizarlas en un programa político y colocarlas así en relación con las instituciones. Sin los partidos la sociedad civil y las instituciones no tendrían un instrumento para una mutua relación, permanecerían sordas y ciegas la una de la otra o, también, entrarían en relaciones de tipo poco democrático y, todavía más, no democrático”.

Junto a esta función, un partido político debería llevar consigo otras funciones igual de importantes. “Debería ser un instrumento de educación política de los ciudadanos y, por consiguiente, un instrumento de participación; estar abierto a la participación de la base, debería tener contacto con las personas y la sociedad civil, no encerrarse en sí mismo o, todavía peor, temer la participación en cuanto que podría cuestionar las relaciones de poderes internos en el partido mismo.

“El partido debería tener a su interior una estructura democrática, ser lugar de elaboración política y de construcción de proyectos, lugar de debates y de confrontación de ideas y de programas. De esta manera, el partido es un instrumento útil para formar a los ciudadanos en la vida democrática, en la participación política, en las virtudes cívicas y también instrumento de educación y formación de las clases dirigentes”.

Eso dice la teoría, pero la realidad es que muchos mexicanos tienen la idea de que los partidos políticos no son verdaderos representantes de la voluntad popular, sino que sirven a sus intereses y solapan la impunidad y la corrupción.

Y si le agregamos que los mismos personajes que hoy son senadores o diputados, gobernadores, ediles, etc., seguramente aspiran en 2021 a brincar a la otra cámara o a ser gobernadores, alcaldes en la CDMX o presidentes municipales. Los de siempre.

Incrementando con ello la escasa credibilidad de la sociedad en estas instituciones y el poco entusiasmo de la ciudadanía por pertenecer a las mismas. Lo cual no significa que no simpaticen con algún partido, pero prefieren no unirse a ninguno. Salvo que vean en su afiliación un beneficio personalísimo.

A la poca importancia que los mexicanos dan a la política se suma la mala imagen que tienen de los partidos como instituciones y de ciertos personajes que ocupan posiciones de liderazgo en estos. La gran mayoría de los mexicanos deseamos expresiones políticas que propicien la unidad, que hablen en función de los intereses generales de la nación, que vean por la sociedad y que tengan una visión amplia.

Tal vez esta crisis partidaria podría ser aminorada cuando los partidos se abran a la sociedad. “Deben ser ciudadanizados, ser menos verticales en sus estructuras y convertirse en instrumentos de la ciudadanía y mediadores de sus intereses ante el Estado y el sistema político.

En la medida en que los partidos estén al servicio de la sociedad, de sus intereses, demandas y necesidades, la gente les verá utilidad y pugnará porque sean fortalecidos. De otra manera no querrá seguir alimentando burocracias partidistas”.

 

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