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Ningún Párroco Intercedió en Defensa de la Víctima Señalada Falsamente de Osar Robar el Auto de un Sacerdote
Al caer la tarde del viernes, Roberto, un estudiante de nuevo ingreso a la carrera de arquitectura en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), estuvo a punto de perder la vida cuando lo atacaron en Zacatelco, Tlaxcala, varios hombres azuzados por una mujer que lo señaló falsamente de intentar robar el automóvil de un sacerdote.
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Según una versión extraoficial basada en el reporte de la policía, hacia las 5:30 de la tarde Roberto se trasladó al barrio de Guardia en busca de un amigo, pero al llegar a la calle Aldama, sorpresivamente fue señalado por una mujer de dicho intento de robo.
“Roberto N. señaló que en medio de gritos de que era un ladrón, comenzaron a golpearlo, tratándolo como ratero (sic). Fue amarrado y arrodillado, siendo agredido físicamente por una mujer y dos hombres. Recordó que estaba esposado, recibiendo patadas en la cabeza en presencia de la policía de Zacatelco.”
El alcalde de Zacatelco es Tomás Orea Albarrán, un heredero de concesiones de transporte y exdiputado local.
Los atacantes le quitaron a Roberto -quien además estudia inglés- el teléfono celular, impidiendo así a la víctima cualquier posibilidad de comunicarse con su familia; y por si algo faltara le robaron la cartera.
Después de ser atacado en la calle Aldama en presencia de policías municipales que nada hicieron para impedir la golpiza y la humillación, Roberto fue trasladado hasta la Dirección de Seguridad Pública de Zacatelco, donde esperaba algo aun peor.
En efecto, la jueza municipal Sonia Serrano Moreno impuso a Roberto una multa de 16 mil pesos para no quedar preso.
Al respecto, el reporte reproduce el siguiente pasaje de la declaración del afectado que describe bien un modus operandi habitual del poder judicial mexicano:
-Le dije que era demasiado y me indicó que por tratarse de mí, la reducía a 8 mil pesos. Finalmente terminamos pagando 2 mil pesos.
Los linchamientos son tolerados y solapados por las autoridades en el centro y el sur de México, con el seudo argumento de que las propias autoridades no hacen justicia. De hecho, nunca hay castigo para los linchadores tumultuarios.
Para no variar, el reporte no identifica por sus nombres a la mujer ni los sujetos que agredieron al joven estudiante.
En esta ocasión, Roberto ha interpuesto una queja por daños físicos y emocionales ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos y una denuncia formal en la Procuraduría de Tlaxcala, en contra de los vecinos responsables de la agresión y el robo de sus pertenencias.
En México, las autoridades dan por buena la coartada de Fuenteovejuna, nombre de una aldea del drama municipal homónimo de Lope de Vega, donde una turba de vecinos ejecuta a un funcionario. A la pregunta sobre quién mató al Comendador, se expone que “Haciendo averiguación /del cometido delito, /una hoja no se ha escrito /que sea en comprobación; /porque, conformes a una, /con un valeroso pecho, /en pidiendo quién lo ha hecho /responden: Fuenteovejuna”.