Euforia y Exhumación de Franco /Editorial (España)

Después de más de un año de anuncios, de gestiones, de esfuerzos, de parafernalia, de desaforado marketing político, el Gobierno se dispone a proceder a la exhumación de Franco. La progresía lo celebra como si se tratara de un hito histórico, de “una proeza democrática”, según palabras de Carmen Calvo.

Y Pedro Sánchez se frota las manos, convencido de que el traslado de los restos del dictador del Valle de los Caídos al cementerio de Mingorrubio en El Pardo supondrá un buen puñado de votos para el PSOE. Craso error.

En realidad, salvo esa progresía fanática y los pocos nostálgicos del franquismo, a la inmensa mayoría de los españoles le importa poco que los restos de Franco estén aquí o allá. Pero Pedro Sánchez pretende arramplar con los votos de la izquierda más visceral. Una maniobra, pues, meramente electoralista, como ha denunciado Pablo Iglesias.

Sin duda, resulta anacrónico que tras más de 40 años de democracia los restos del dictador reposen en ese descomunal y espantoso monumento. Pero el traslado obedece a una resolución aprobada por el Congreso de los Diputados. Es inmoral, por lo tanto, que Pedro Sánchez quiera protagonizar la exhumación de Franco, casualmente en plena campaña electoral.

España necesita que el Gobierno dedique sus esfuerzos a frenar el desafío secesionista catalán y a poner remedio a la desaceleración económica, entre otros muchos problemas sin resolver.

La exhumación de Franco debería haberse producido con respeto y prudencia en lugar de montar un espectáculo bochornoso.

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